41: Jardín oculto.

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Las semanas pasaban y los resultados de ADN aún no estaban listos; parecía ser que los laboratorios forenses de Torrance le daban prioridad a otros casos, porque ciertamente, un acontecimiento de hacía cinco años, no valía mucho la pena, al menos ...

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Las semanas pasaban y los resultados de ADN aún no estaban listos; parecía ser que los laboratorios forenses de Torrance le daban prioridad a otros casos, porque ciertamente, un acontecimiento de hacía cinco años, no valía mucho la pena, al menos para invertir la enorme cantidad de dinero que requerían esos estudios.

Steven estaba frustrado porque pocos casos le habían costado tanto; ya le parecía aburrido repetir lo mismo una y otra vez, además, su jefe los estaba presionando para cerrar el caso.
Sin embargo, el oficial a cargo se aferró a resolver la investigación, así que prácticamente tuvo que rogar para que les dieran una prórroga y así, seguir trabajando en el expediente.

No lo hacía porque le importara Bruce, ni por un eterno amor a la justicia; él ya tenía algo personal contra el vedette, y haría todo lo posible por no dejarlo libre.

Se sabía que su esposo estaba posiblemente involucrado, así que ansiaba cerrarle todas las puertas a William, porque le desagradaba esa actitud burlesca, de la que creía que solo él se daba cuenta, porque su compañero de trabajo parecía poco intuitivo respecto a reconocer a un criminal, y a decir verdad, también le hacía pensar que estaba hipnotizado por las ridículas estrategias del vedette para salirse con la suya.

Steven estaba más allá del engaño; conocía muy bien esa clase de perfiles, y nada en esta vida le gustaba más que desenmascarar a las eternas víctimas.

Se acercó a la persiana de su oficina y la abrió lo más que pudo. El día estaba lluvioso, así que toda la ciudad lucía más oscura de lo normal.

—Odio estos días, son deprimentes —frunció las cejas.

—No me molestan, honestamente —Izzy encogió los hombros.

—¿Ni el tráfico que se hace? —preguntó extrañado.

—Siempre hay tráfico, pero ciertamente, con la lluvia sí es un poco más molesto —se acercó al dispensador de agua y se sirvió un poco en un vaso de plástico. 

Steven rio a lo bajo y asintió.
—Me gusta como te tomas las cosas; no es un positivismo exagerado, pero tampoco te quejas. —volteó el rostro para mirar a su compañero—. Es agradable tener cerca a alguien como tú.

Izzy se sintió incómodo sin saber muy bien la razón.
Dejó el vaso sobre un mueble cercano, sin siquiera haberle dado un pequeño sorbo.
Él no era un experto en coqueteo, pero ese comentario no le sonó tan amistoso.

—Sí... gracias —respondió, disimulando la extrañeza que le causó ese halago.

Ninguno dijo otra cosa en un algunos minutos, pero no había silencio a su alrededor, pues los sonidos de las líneas de emergencia y los radios de sus compañeros, invadían cada rincón de la estación.

Steven caminó hacia la puerta y se asomó por el marco, observando como todos parecían estar asfixiados de trabajo.

—¿Tendremos suerte por no estar como ellos, o simplemente somos incapaces de hacer bien nuestro trabajo, y por eso parece que no tenemos nada por hacer? —dijo preocupado.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora