43: Rosas.

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William despertó temprano; el amanecer apenas se hacía presente en la habitación, así que solo le quedaba resignarse a esperar la luz del sol

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William despertó temprano; el amanecer apenas se hacía presente en la habitación, así que solo le quedaba resignarse a esperar la luz del sol.

Se talló los ojos porque aún estaba adormilado, y cuando se sintió más despierto, recargó los antebrazos en el colchón, tan solo para alzar su pecho y su cabeza, mientras su abdomen seguía apoyado en la blanda superficie.

Esa noche había caído una gran tormenta, por lo que se quedó a dormir en la casa de Saul.
Ni siquiera le importó que durmieran en la misma cama, porque no quería ponerse exigente en una casa que no era suya.

Giró su rostro hacia la derecha y encontró a su esposo, aún dormido.
Sonrió ligeramente al verlo; admitía que extrañaba despertar con alguien más, pues en lo que llevaba de relación con Izzy, aún no dormían juntos, ni en sus vacaciones en Moterey Bay, ni en ningún otro lado.

Disfrutaba mucho la compañía al dormir; no le importaba no darse cuenta de lo que ocurría después, pero en el proceso de perder la conciencia, adoraba el calor que se atrapaba en las cobijas, y de vez en cuando, rozar sus piernas al moverse.

No intentó volver a dormir, quería seguir viendo a Saul por lo que restaba de la madrugada, por más extraño que sonara.

Con su última plática había entendido algunas cosas a las que antes no les tomó importancia, como lo muy relevante que habría sido tocar el tema del asesinato, antes de que la policía encontrara el cuerpo.
Ya no podrían cambiar los hechos, pero un poco de desahogo para Hudson, les habría ahorrado muchos problemas.

Sin embargo, la amnesia de William respecto a cómo ocurrieron los hechos, fue una gran limitante para conversar, pues de no haber sido por el detonador de recuerdos que tuvo al ver al animal agonizante, no habría creído que él fue el asesino.

De todos modos ya no les quedaba más que lamentarse, así que optó por no pensar más en eso. Estaba decidido a aceptar las consecuencias; siempre y cuando Izzy no lo dejara.

Siguió mirando a Hudson un rato más.
La luz del sol comenzó a iluminar el cuarto, con un suave color amarillo, razón por la que pudo apreciar el rostro de su marido con mayor claridad.

No lo perdonaba por tratarlo como un juguete durante toda su relación. Él admitía que también se equivocó, pero no se merecía todos esos golpes y amenazas; el hecho de que Hudson alguna vez le dijera que sería capaz de matarlo, ya era alerta suficiente.

Levantó uno de sus brazos para recargar solo el codo sobre la cama.
En el dorsal de su mano, reposó la cabeza, imaginando una vida junto a él, como la que se habían prometido cuando eran más jóvenes.

Saul despertó de a poco.
Lo primero que notó al abrir los ojos, fue el techo blanco de su habitación; luego giró la cabeza, encontrándose con William, quien lo observaba con descaro.

De no ser por ese moretón en su mejilla, habría pensado que tenía enfrente a un espíritu que venía para purificar su ser y liberarlo de todo mal. Pero aquella mancha rompía la armonía de su irreal belleza.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora