32: Caída libre.

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Resultó ser un día complicado; acompañado por algunos oficiales, William fue a la fiscalía a dar su declaración definitiva

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Resultó ser un día complicado; acompañado por algunos oficiales, William fue a la fiscalía a dar su declaración definitiva.
Richard le dijo que no podía admitir el crimen aunque lo hubiera cometido. Era preferible dar largas antes que aceptar ser un agresor.

El joven explicó por octava vez cómo sucedieron las cosas con Myles.
Intentó no ser tan detallado con el momento del abuso, porque se sintió intimidado con la presencia de algunos oficiales, del fiscal y de su abogado.

Richard mencionó las partes más delicadas y advirtió que meterían una denuncia por discriminación si la fiscalía no aprobaba las pruebas sobre el abuso sexual. Ya resultaba difícil convencer a las autoridades sobre un caso como ese; en especial porque era muy poco probable que aceptaran las pruebas en defensa de una persona homosexual.

William se sintió humillado por las miradas despectivas de las autoridades.
Izzy se lo advirtió antes de su pelea: sería difícil que aceptaran su declaración como víctima de abuso sexual, y no solo por su trabajo, también por su género.
Es por esa razón que su abogado hizo lo posible para que se tomara en cuenta la defensa de su cliente, ya que bajo su acusación, podían denunciar a Myles por abuso sexual y hostigamiento.
Además de alegar sobre la violación de derechos de Rose, con respecto a las víctimas de delitos sexuales.

La fiscalía terminó por aceptar las pruebas de ADN como parte de la defensa del caso, pero también solicitó un examen psicológico para corroborar los daños del presunto abuso.

Para Richard, fue una victoria parcial, pero para el joven, fue un angustiante paso que no quería dar.
No tenía muchas opciones, solo era ir con el psicólogo en algún departamento de investigación de la policía, o rechazar la petición del fiscal y quedar como mentiroso.

Esa misma tarde, William tuvo que someterse al examen, pues necesitaban las pruebas urgentemente.

Esperó paciente fuera del consultorio; estaba nervioso y no podía dejar de mover el pie.

—Cálmate, solo te harán unas preguntas —dijo Richard al ver el estado de su cliente.

—Me cansé de contar la misma historia una y otra vez, ¿y ahora se supone que me van a analizar mientras hablo? Es un puto chiste —externó con molestia.

Fortus lo tomó con fuerza del brazo y le dio un pequeño tirón para acercarse a su oído.
—Tendrás que volver a declarar en la audiencia inicial, en el juicio y durante todo el proceso de investigación, así que acostumbrate.

William rodó los ojos; estaba de muy mal humor desde que Izzy lo dejó.

—¿Y qué pasa si me equivoco en dar una de las declaraciones? —preguntó el vedette.

—Arruinarás todo nuestro trabajo —contestó serio—. Haz las cosas bien, William, no le haces ningún favor a nadie comportándote así.

Richard a veces se frustraba por la inmadurez de su cliente, y su actitud un tanto arrogante que no les permitiría ganar el juicio si continuaba soboteando la investigación.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora