La estrella de un cabaret, Axl Rose, se mete en problemas legales tras interesarse en un oficial de policía de pocos amores: Izzy Stradlin.
Entre la interminable lucha del deseo y la justicia, alguno de los dos debe rendirse, pero, ¿quién tiene más...
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Axl escogió cuidadosamente cada detalle de su atuendo, le encantaba usar muchos accesorios juntos, combinar texturas y marcar su silueta lo máximo que le fuera posible. Es por eso que escogió unos jeans negros holográficos de poliéster; daban la sensación de ser de látex y le entallaban el cuerpo muy bien.
De alguna forma, Rose pretendía impresionar a Stradlin, se esforzaba por lucir más atractivo que de costumbre, no quería perder la oportunidad de pasar una buena noche y olvidarse de todos sus problemas. Aunque no pretendía llevar las cosas demasiado lejos, porque el tema de su divorcio le afectaba más de lo esperado.
A las ocho de la noche, salió de su apartamento rumbo a su destino: un club nocturno nuevo en la ciudad, en donde tocaban rock y vendían alcohol a galones. Los ambientes nocturnos eran sus favoritos, se sentía con mucha más confianza para desenvolverse en esos sitios.
Cuando llegó, no pasó mucho tiempo para que encontrara a Izzy, sentado al fondo del bar, con un vaso de Whisky en la mano. No podía negar que era bastante llamativo, con ese estilo tan escandaloso que era reconocible a kilómetros de distancia.
El joven se escabulló entre la gente hasta llegar a su cita; sintió algunas miradas sobre él, lo que solo aumentó su ego en el momento.
El sonido de la música era bastante alto, sentía las ondas sonoras retumbar en su pecho; sabía que con el paso de las horas se tornaría tedioso.
—He podido reconocer al menos a siete hombres que no te quitan la vista de encima —mencionó el oficial.
—¿Tan pronto me vas a celar? —cuestionó malicioso.
—No, solo quería decírtelo para que compruebes que esta noche te ves magnífico.
Axl sonrió. —¿Quieres que cuente las personas que te han visto? porque nadie en este lugar se ve tan bien como tú.
—Eso era cierto, hasta que llegaste.
El joven rio tímido, a veces el coqueto real no se le daba tan bien, porque solía perder el ritmo cuando lo elogios sobrepasaban los límites de su autoestima.
—¿Empezaste a beber sin mí? —dijo aludido, tomando asiento directamente en las piernas de Izzy.
Stradlin sintió un espasmo en el cuerpo. Adoraba por completo cuando sus cuerpos se juntaban, y en ese instante, se sentía el rey del mundo, con todas esas miradas envidiosas sobre ellos.
—Se me ocurren otras cosas divertidas que podemos hacer además de beber —respondió, poniendo el vaso en los labios de William, para incitarlo a tomar.
El joven le dio un trago a la bebida, no estaba acostumbrado al alcohol, así que siempre sentía esa quemazón en la garganta.
Hizo un gesto de desagrado al notar ese sabor amargo, ocasionando una risa del policía.
