19: Las paredes escuchan.

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La puerta del apartamento recibía fuertes golpes para llamar su atención

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La puerta del apartamento recibía fuertes golpes para llamar su atención.
Era de madrugada y el escándalo molestaría a los vecinos, que probablemente terminarían quejándose de nuevo.

—Ya voy —dijo William somnoliento, caminando en pijama hasta llegar a la puerta.

El joven atendió el llamado y se encontró con su esposo en la entrada de su casa.
—¿Qué carajos quieres? no es necesario hacer tanto ruido —William talló sus ojos, aún tenía la visión borrosa.

Saul hizo a un lado al joven para poder entrar, sin siquiera saludarlo antes.

—¿Vas a ignorarme? ¿para eso vienes? —William cerró la puerta y caminó hacia su esposo.

Detestaba cuando lo dejaba hablando solo; a veces le daba tan poca importancia que dudaba si alguna fue amado de verdad.

Saul continuó sin responder, mirando fijo a la pared.

—Vete a la mierda, no puedes venir a mi casa y comportarte de ese modo. Ya déjame en paz —William odiaba que lo ignorara.

—Vine a traerte esto —respondió, sacando un folder amarillo de su chaqueta—. También quiero que hablemos.

El joven tomó los papeles y se dio cuenta de que se trataba de su divorcio.
Momentáneamente sintió que el aire le faltó, estuvo a punto de pedirle sus razones del divorcio, pero recordó todo lo que había sufrido por su culpa.

—Así que es oficial, en serio quieres divorciarte —el joven casi se golpea la frente por lo estúpido de su pregunta.

—Lo arreglé con mi abogado, la repartición de bienes es justa. Tendrás el apartamento y te daré una pensión. Si algo no te parece en el trato, búscate un abogado —Hudson miró a su aún esposo, ocultando su corazón roto.

Rose leyó cuidadosamente todo el papeleo del divorcio.
Su cabello caía sobre su rostro y chocaba con las hojas. No quería admitirlo, pero le dolía mucho más de lo que esperaba.

—No estás intentando quitarme hasta el alma con este divorcio, ¿o sí? —William no sabía mucho de esas cosas, pero si confiaba en lo que Saul arregló en cuanto a su separación.

—No, no te estoy quitando nada —metió las manos a sus bolsillos traseros—. No tienes nada para darme.

El joven rodó lo ojos.
—Felicidades, lograste convencerme aún más de querer estar lejos de ti.

Aprovechándose de su enojo, se hincó en el suelo frente a su pequeña mesa en la sala de estar, tomó la pluma que estaba en el folder y por fin, firmó el divorcio.

Se percató de que la firma de Saul ya estaba en las hojas, y deseó aventarle los papeles y sacarlo a patadas.

—Ya está, no tenemos nada que ver ahora —Willian se levantó del suelo y golpeó el pecho de Hudson con los papeles.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora