Pánico; esa era la descripción más acertada que William podía encontrar.
Si alguna vez creyó que había llegado al límite, estaba muy equivocado.Se sentía tan mal, que incluso le asustaba que fuese un problema externo.
Sentía que la cabeza le daba vueltas, tenía náuseas, dolores de cabeza, temblores, taquicardias; en definitiva, se sentía al borde de la muerte, y ya no lo soportaba más.Había sacado una cita en el médico, porque sus síntomas lo tenían agobiado y cansado; el doctor le mandó hacer algunos estudios: análisis de sangre, un ultrasonido abdominal, y lo que más le aterraba, una resonancia magnética.
William juraba que su vida estaba por terminar, y seguramente tendría un tumor en alguna parte del cuerpo, porque solo eso explicaba sus insoportables síntomas.
Lo que olvidó decirle al doctor, es que su malestar emocional también estaba al límite.
Todos los días lloraba durante horas, porque la desesperación lo estaba consumiendo por completo.Ni siquiera podía comer como lo hacía normalmente, porque tenía ascos y todos los alimentos en general le desagradaban, aunque hacía un esfuerzo por no dejar de consumirlos.
No importaba si se mantenía ocupado, al menos dos veces al día, se sentía fatal, y todos los síntomas se le intensificaban.
Trataba de escabullirse de sus crisis en el trabajo, pero a veces tenía que esconderse en el baño para llorar, hasta que lograba sentirse mejor, y después de eso, podía continuar su día como si nada, aunque siempre con el miedo de volver a sentirse mal.
Ese día en particular, estaba desesperado, pues tuvo ansiedad desde que abrió los ojos.
Pensó en ir al cabaret desde temprano, para practicar un rato y para no estar solo.Sus compañeros apenas le dirigían la palabra, pero prefería eso, antes que la soledad de su apartamento.
Los recuerdos con Saul también lo agobiaban; todo lo que vivieron en ese lugar era una completa tortura.
Al final sí decidió salir de casa, pese a que su cuerpo le exigía dormir, o al menos estar acostado, sin hacer absolutamente nada.
Quiso llegar caminando al cabaret; insistía en distraerse, aunque no estaba muy seguro de lo que huía.
Cuando llegó a su trabajo, sintió el cuerpo tembloroso, lo cual era una pésima señal.
Se dirigió hacia los camerinos para dejar sus cosas, y cuando llegó, se sostuvo de una silla; sentía el corazón a mil por hora, y ni siquiera se había esforzado tanto.
Pronto, su pulso se disparó aún más, cuando sintió que alguien lo tomó por la espalda.
—Qué sorpresa verte aquí tan temprano —dijo Duff, apoyando el mentón en el hombro del joven.
—Necesito practicar más tiempo —respondió, tratando de ocultar que casi escupe el corazón.
—De todos modos es raro verte aquí en las mañanas; creo que me he encontrado con todos en este horario, menos contigo.
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Neon Caress
FanfictionLa estrella de un cabaret, Axl Rose, se mete en problemas legales tras interesarse en un oficial de policía de pocos amores: Izzy Stradlin. Entre la interminable lucha del deseo y la justicia, alguno de los dos debe rendirse, pero, ¿quién tiene más...