La estrella de un cabaret, Axl Rose, se mete en problemas legales tras interesarse en un oficial de policía de pocos amores: Izzy Stradlin.
Entre la interminable lucha del deseo y la justicia, alguno de los dos debe rendirse, pero, ¿quién tiene más...
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Eran las 9:10 am cuando una llamada entró de emergencia al departamento de policía en Santa Mónica
Hacía algunas semanas atrás, aprobaron la construcción de una cafetería sobre la vialidad California - Torrance, y durante la excavación, encontraron un bulto sospechoso, que contenía algunos artículos bastante cuestionables.
Steven Adler solía ser el oficial al que enviaban durante esa clase de acontecimientos, y esa ocasión no fue la excepción.
Desde un inicio, el caso le olió como una pista de lo que habría ocurrido con su investigación principal, pues la excavación no estaba muy lejos del Madrona Marsh.
Por supuesto que llevó a Izzy a la investigación; sabía que le vendría bien estar presente durante la búsqueda de posibles pruebas, ya que le parecía que su compañero era bastante distante en ocasiones, y necesitaba que ambos aportaran el máximo de su atención.
Se dirigieron a la zona en una patrulla, con la sirena encendida para esquivar el tráfico, lo que provocó que llegaran pronto a su destino.
El lugar ya estaba acordonado por la policía de Torrance; se habían comunicado con el departamento de Santa Mónica porque de esa zona provenía uno de los objetos encontrados. Entre las peculiaridades del bulto, había una placa de auto que correspondía a una agencia en el puerto de Santa Mónica, así que el caso le pertenecía a la policía de allí.
Stradlin bajó de la patrulla y cerró la puerta bruscamente; él también creía que era una pista para su investigación, y no sabía cómo sentirse al respecto.
—Oficiales, muy buenos días; qué gusto verlos —habló uno de los jefes contrarios, acercándose a Izzy y a Steven—. Soy el oficial Gilby Clarke, de la policía de Torrance.
—Es un gusto —Steven extendió su mano para saludar al oficial, y segundos después, Izzy hizo lo mismo.
—Supongo que ya les informaron sobre las placas —Gilby llevó su palma a su frente y entrecerró los ojos; la luz del sol le lastimaba.
—Nos comentaron un poco, pero aún no tenemos tantos detalles —Steven pasó las manos por detrás de su espalda y se balanceó un segundo sobre sus talones.
Izzy sacó sus lentes de sol de la bolsa en el pecho de su uniforme; hacía un calor infernal esa mañana.
—¿Qué otra cosa encontraron? —cuestionó el oficial más joven.
Gilby hizo una seña para que lo sigueran. Se adentraron a la zona resguardada y visualizaron un zanja medianamente profunda. La policía de Torrence ya había desmontado la escena, y entre los objetos se encontraba una sábana deteriorada por el tiempo, unos guantes negros de piel y la placa del auto.
Steven se agachó sobre la tierra y observó cada pieza; claramente había algo raro ahí.
—La sábana tiene una huella de zapato —voltó el rostro hacia arriba para mirar a su compañero.
