20: El diablo está cerca.

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Su apartamento le parecía extraño, no quería hacerse a la idea de que tendría que esconderse por un tiempo, como si el fuese al que persiguían

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Su apartamento le parecía extraño, no quería hacerse a la idea de que tendría que esconderse por un tiempo, como si el fuese al que persiguían. Era lo último que necesitaba, huir de todo lo que había construido.

Izzy lo miró sin decir nada; había acompañado a William a su apartamento para que tomara sus cosas y saliera del lugar.
Ahora corría un gran peligro; mientras no arrestaran a Saul, podía ser capaz de cualquier cosa.

—¿En serio vas a dejar las cosas así? —preguntó Stradlin, con un tono particularmente serio.

William continuó guardando su ropa en la maleta, necesitaba tiempo para pensar qué es lo que haría con todo ese drama.
—No lo sé, es muy pronto para decidir —respondió cortante. Ni siquiera tenía ganas de hablar.

—¿Es muy pronto? —frunció el ceño—. Pudo matarte, William, ¿cómo puedes decir que es muy pronto para decidir?

El policía lo miraba molesto desde la entrada de la habitación. Sabía que las víctimas solían estar en shock, pero con William sentía una especial frustración, pues no era solo un caso en el que debía trabajar; sus sentimientos interferían con el trato que debía darle, era incapaz de verlo solo como una víctima y ya.

Rose arrugó la nariz y azotó una de sus prendas en la cama. Todo era una mierda y no tenía ni un gramo de paciencia.

—Han sido horas muy difíciles —pausó. Intentaba ser cortez, pero en realidad quería desquitarse y externar todo lo que le pasaba—.Te agradecería que dejes de presionarme.

—Lo lamento —dijo.

Stradlin se limitó a ver al joven; si en verdad quería ayudarlo, tenía que mantenerse al margen y darle su espacio.

William siguió doblando prendas y aguantándose las ganas de gritar por la furia que sentía. Aunque tampoco quería estar solo, porque se mentiría al decir que no tenía miedo.
No entendía porqué Saul lo había hecho, pero ahora que la policía los seguía de cerca, estaban acabados.

—Me duele la cabeza —soltó el joven de pronto, incluso estaba mareado.

—Siéntate un rato, no deberías esforzarte después de lo que pasó —Izzy se acercó al vedette, tomó su brazo y tiró suavemente de este, para convencerlo de que descansara.

—Quiero terminar con esto y largarme de aquí lo más pronto posible.

Stradlin le miró el cuello por inercia; sintió un escalofrío. La violencia de cerca era mucho más desgarradora.

—Puedo ayudarte a guardar tus cosas mientras descansas un rato.

—No, gracias —se alejó del agarre del policía.

—¿Acaso nunca aceptas ayuda?

William miró a su acompañante, con ese uniforme azul marino que lo hacía lucir aún más fuerte, y ese cinturón grueso con un arma que lo intimidaba tanto.
—Me pones nervioso vestido así.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora