39: Mariposas.

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Fueron cinco horas en auto; un viaje bastante lejano, que aprovecharían para quedarse un fin de semana completo

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Fueron cinco horas en auto; un viaje bastante lejano, que aprovecharían para quedarse un fin de semana completo.

Izzy sabía que la semana de ambos había sido bastante complicada, así que pidió un día libre en el trabajo para formar esas improvisadas vacaciones que tanto necesitaban.

Por supuesto, todos los gastos corrían por su cuenta, pues William había utilizado lo que tenía para pagar la fianza de Myles, así que no podía aportar mucho económicamente.

No le molestaba invitar al joven a un viaje express; de hecho, estaba muy emocionado por compartir esa experiencia. En especial, pasar tanto tiempo juntos y solos, porque era una exelente oportunidad para formalizar su relación, si es que se le ocurría alguna forma de dar pie a la situación.
De por sí, William era complicado, pero después de su arrebato por conseguir dinero, las cosas se volvieron un poco extrañas, pues en ocasiones, Izzy no podía ni tocarlo sin que este se asustase.

Estaban un poco distanciados por ese motivo, pero el joven se esforzaba por sobrellevar el asco que sentía al ser tocado en ciertas partes del cuerpo.
Sabía que Izzy no le haría daño, pero no podía controlar ese sentimiento, era como un impulso que surgía de la nada y no lo dejaba tranquilo.

Aún así, adoraba al policía, y si tenía que hacer cosas que le disgustaban con tal de estar con él, lo haría sin dudarlo, porque esa era la forma en la que entendía al amor, una serie de sacrificios a realizar para mantenerse juntos.

Durante todo el camino, conversaron bastante, hicieron algunas bromas y cantaron lo que sonaba en la radio.
Podría no parecer la gran cosa, pero para ambos,  ese momento significó bastante paz mental, después de días enteros de presión.

Cuando llegaron a su destino, William salió del auto tan rápido como pudo.
El clima era terriblemente caluroso y seco; un tanto insoportable a decir verdad.
Tal vez era menos caliente que en Santa Mónica, pero esa escencia tan árida hacía que la estancia en exterior fuese una pesadilla.

—Carajo, me voy a desmayar con este clima —dijo Rose, echándose aire en el rostro con el movimiento de sus manos.

—No está tan mal —Izzy le sonrió mientras se acercaba.

Se posó frente al joven y le entregó una botella de agua, que aún se conservaba un poco fría.

Rose tomó el envase y lo llevó a su frente para tratar de refrescarse.
—Pues yo sí lo siento terrible —replicó.

—Tus mejillas están rojas —llevó ambas manos al rostro de William y acarició la piel debajo de sus pómulos.

El joven sonrió involuntariamente, sonrojándose más, esta vez por el nerviosismo.
Le gustaba seguir sintiéndose así, como si fuera la primera vez que se acercaban.

Stradlin también le sonrió; estaba rezando para que el joven no se diera cuenta de que le temblaban las manos.

Se acercó a su rostro para darle un beso en la punta de la nariz, cosa que hizo reír al más joven.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora