72: Sin luz de esperanza.

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Tal vez los días siguientes fueron buenos tanto para Izzy como para William

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Tal vez los días siguientes fueron buenos tanto para Izzy como para William.
Estaban más tranquilos que de costumbre, y trataban de pasar todo su tiempo libre juntos.

No tenían muchas horas al día, solo el tiempo en que Stradlin  volvía del trabajo y el joven se preparaba para irse.

En esos ratos, solían ver televisión acurrucados en el sofá, conversar de cualquier banalidad, comer juntos, en general no era la gran cosa, pero lo disfrutaban.

Aunque cómoda, a William le agobiaba la rutina, y con el pasar de los días, pensó que si su relación podría volverse tan aburrida, que querría huír.

Con Saul no era del todo cansado, pues la violencia lo hacía sentirse alerta todos los días, con el miedo del porqué motivo lo golpearía ahora.

No extrañaba eso, pero tampoco quería tanto pacifismo.

Afortunadamente para él, y no tanto para Izzy, sus días estaban a punto de cambiar, pues la visita a San Quintín estaba tan cerca, que se le erizaban los vellos de recordar cómo era entrar a la prisión, aunque fuese como visita.

Richard estaba un poco más pesado que de costumbre, con ese mismo parloteo de que no debía echarlo todo a perder con sus clásicas equivocaciones crónicas.

Le dijo que hiciera las cosas simples, solo  se vería con Saul, firmarían el divorcio, y que tratara de hablar lo menos posible de él hasta que llegara la audiencia.

Si discutían en su encuentro, debía dejarse vencer por él. Mientras más inofensivo pareciera, más puntos ganaba para que no lo consideraran como sospechoso.

Fue así como el gran día llegó, y William se despidió de Izzy una mañana lluviosa, mientras el abogado lo esperaba en un taxi, estacionado frente a su edificio.

—¿Estarás bien? ¿Seguro? —Stradlin acarició el rostro de William, mientras angulaba las cejas.

—Seguro —asintió.

—Richard me dijo que se quedarán en la misma habitación, para asegurarse de que estés bien, pero, ¿te sientes cómodo con eso?

—Es un buen hombre, confío en él —sonrió.

—Si necesitas algo, díselo, sea cual sea la cosa, y llámame por la noche.

William asintió de nuevo.
—Lo haré, no te preocupes.

—Si el imbécil de Saul te hace algo, juro que...

El joven posó su mano sobre los labios de Izzy.
—Tranquilo, estaré bien.

—Cuídate mucho, cariño —soltó su rostro para abrazarlo.

Se aferró a su cintura, y encorvó la espalda al frente para esconder su rostro en su cuello.

Cerró los ojos, y se dejó atrapar por su perfume.

Wiliam lo rodeó de los hombros, y le dio palmadas suaves en la espalda.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora