17: Florecer.

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—¿Haz pensado en que deberíamos hacer un número juntos? —Duff apoyó el antebrazo en el hombro de Axl, dejando caer su peso sobre este

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—¿Haz pensado en que deberíamos hacer un número juntos? —Duff apoyó el antebrazo en el hombro de Axl, dejando caer su peso sobre este.

—No, no le he pensado —el joven frunció el ceño y quitó el brazo de su compañero.

—Seríamos un gran equipo —Duff volvió a acercarse, abrazando a Axl por la espalda—. Tan solo piénsalo, tu voz es fantástica, pero no más que la mía —bromeó—. Juntas sonarían como una tormenta, con tus notas agudas que enterrarían por completo las mías.

—¿Quieres colaborar conmigo para que termine opacándote?

Duff abrió la boca sorprendido.
—¿Opacarme a mí? tan sólo mírame —soltó a su compañero para posarse frente a él—. Soy una eminencia; bebí agua del Olimpo antes de nacer.

Axl soltó una corta risa.
—Claro, como no lo noté antes. Tanta belleza me ha dejado sin noción de la realidad —llevó una mano a su pecho y respondió con tinte burlesco.

Duff le sonrió; el joven era buena compañía después de todo.
—Es en serio lo de trabajar juntos. Compartamos escenario, no seas así —suplicó.

—No sé, prefiero usar el escenario entero, sin nadie más.

—Oh, ya veo —alargó—. ¿Acaso tienes miedo de que llame más la atención que tú?

—Eso quisieras —respondió Axl, con el rostro alzado como señal de indignación.

—Ya en serio; esto es por la experiencia, no por ver quién es mejor —Duff disfrutaba el compañerismo, y sentía la necesidad de acercarse demasiado a las personas que le agradaban.

—Lo sé, es solo que no acostumbro a trabajar con alguien más, no estoy seguro de sentirme cómodo con eso —se sinceró.

—Así que eres un lobo solitario —lanzó un aullido.

El joven comenzó a reírse y empujó a su compañero suavemente. —Cállate.

Duff también rio, antes de quedarse observando fijamente a su compañero, el cual comenzó a ponerse nervioso en cuanto se dio cuenta.

—¿Qué? —preguntó el joven extrañado.

—Nada —formó una sonrisa en sus labios—. Hay algunas pecas en tus mejillas, no me había dado cuenta.

—¿Tienes algún problema con eso? —odiaba que su rostro no tuviera una piel totalmente lisa.

—No, para nada. Solo era una observación —encogió los hombros.

—Me sorprende que lo hayas notado desde esa altura, mides como tres metros más que yo.

—Yo escuché: envidia —bromeó.

Guardaron silencio unos minutos, mientras Duff terminaba de acomodar algunas cosas en su mochila.

—¿No te quedarás esta noche? —preguntó el joven, a la par en que encendía un cigarrillo.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora