65: Gloria.

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Esa misma madrugada, William se salió del cabaret, sin completar su turno

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Esa misma madrugada, William se salió del cabaret, sin completar su turno.

Fue a buscar a Izzy a su apartamento, pese a saber que estaría dormido.
Quizá era muy egoísta, pero quería hablar con él, y quitarse la duda de qué podría pasar ahora que admitió parte del crimen.

Hacía mucho frío, sentía la piel erizada y le lastimaba por el roce de su ropa.
Además, sus costillas ejercían tanta fuerza por su repentina contracción, que le dolía el torso.

Era un espanto sentirse así, pero era peor haberle mostrado su cuerpo a alguien que lo usó para denigrarlo, después de lo mucho que se esforzó para ponerse límites respecto a desnudarse.

Realmente creyó que ayudaría en algo, y era estúpido si lo pensaba bien, pero ya no sabía qué más hacer.

Seguía corriendo en círculos, como un tonto.
Desaprovechó tantas oportunidades para salvarse, que ya ni él se daba lástima.

Al llegar a la casa de Izzy, se agachó para recoger algunas piedras.
Su ventana daba hacia la calle, y no había forma de entrar al edificio, a menos que alguien abriera la reja, por eso llamaría su atención con el romanticismo de casi romper su cristal.

Arrojó una piedra a la vez, y al ver que Izzy no salía, tomó un puño para aventarlo completo.
Era muy abrupto despertarlo así, pero no iba a permitir que lo ignorara.

Izzy abrió su ventana a las poco tiempo, y lo miró con el ceño fruncido durante algunos segundos.

—¿Ahora qué te traes? —dijo, adormilado.

—Vengo a traerte serenata, mi amor —llevó una mano a su pecho, y extendió el brazo contrario hacia la dirección de Izzy.

Stradlin soltó una corta risa.
—Estás loco.

—¿No bajarás por mí? —preguntó, con su clásico tono rogón.

—¿A las 3:30? —alzó una ceja.

—¿Qué tiene?, a esta hora murió Dios.

Izzy sonrió.
—Eso fue en la tarde.

—¿Y por eso me vas a dejar aquí?, ¿con las ratas de tu acera? —arqueó las cejas.

Stradlin le sonrió de nuevo.
—Dame un segundo —dijo, antes de desaparecer de la vista del joven.

William miró al suelo; era en serio lo de las ratas, había al menos unas tres frente al basurero.

Cuando Izzy abrió la reja para dejarlo entrar, casi corrió para esquivar cualquier animal de dudosa estadía que pudiese quedar cerca.

—Vives en un lugar horrible —Rose se sacudió los brazos.

—Lamento no vivir en una mansión como tú —bromeó.

—Deberíamos irnos de esta maldita ciudad.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora