34: Desesperando.

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—Y

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—Y... —alargó—. ¿Eso qué significa? —el joven se aferró al borde del sofá mientras esperaba impaciente.

Richard ya había leído la declaración del psicólogo para su caso con Myles, antes de que entrara como documento oficial para la fiscalía. Y aparentemente, las expectativas sobre la fácil resolución del conflicto, no era siquiera un tema a considerar.

—Según tus resultados, no hay ningún motivo por el que no deberías presentarte a un juicio —pasó las manos detrás de su torso—. Entonces debo reformular la defensa que vamos a presentar, porque esta declaración destruye todos los argumentos que tenía preparados —suspiró frustrado.

William se quedó incrédulo.
No podía ser cierto; ¿cómo mierda se atrevían a decirle en la cara que su estado mental no era tan deplorable como para que el crimen calificara como abuso?

—Tiene que ser un error —su respiración se agitó—. No pueden tratarme como a un mentiroso, yo... no lo entiendo —el joven sintió como se le contrajo la laringe por la tensión, al grado en que notaba ese dolor persiste que le oprimía los músculos del cuello.

El abogado lo observó unos segundos antes de animarse a hablar.
—La buena noticia es que estás emocionalmente mejor de lo que creías —sonrió alentador.

Rose miró hacia el suelo; la impotencia lo envolvía apresuradamente.
—Debe ser una broma —arqueó las cejas.

Fortus se acercó a su cliente. Se agachó y puso una rodilla en el suelo, para quedar por debajo de su altura y verle directamente los ojos.
—Necesito que seas muy sincero conmigo si de verdad quieres salir de esto.

El joven lo miró y asintió muy suavemente como respuesta.

—¿Realmente Myles intentó hacerte sexo oral sin tu consentimiento? —cuestionó con seriedad.

William frunció el ceño de inmediato.
—¿Qué mierda estás preguntando? —apretó los dientes mientras hablaba—. ¡¿Te parece que estoy jugando a perforarle las manos a clientes al azar?! —exclamó fúrico—. ¡Claro que intentó forzarme!, además de un sin fin de cosas asquerosas más. No puedo creer que incluso tú estés dudando de mí, ¡se supone que te pago para que estés de mi puto lado!

—Bueno, ya cálmate —se puso de pie de nuevo—. Esta pregunta te la van hacer durante todo el juicio; si te pones así en cada respuesta, les darás más motivos para creer que atacaste al hombre intencionalmente.

—Lo hice intencionalmente —soltó descarado.

Richard llevó su índice a los labios del vedette y ejerció algo de presión.
De verdad era un dolor de cabeza trabajar para él, porque parecía que imploraba por ser condenado.
—No vuelvas a decir eso en voz alta —dijo.

William volteó el rostro para evadir los dedos del abogado.
—Déjame —soltó con molestia.

Fortus respiró profundo y agitado; llevó una mano al inicio de su nariz y se masajeó el entrecejo, cerrando los ojos.
—¿Por qué haces que todo sea tan difícil?

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora