La estrella de un cabaret, Axl Rose, se mete en problemas legales tras interesarse en un oficial de policía de pocos amores: Izzy Stradlin.
Entre la interminable lucha del deseo y la justicia, alguno de los dos debe rendirse, pero, ¿quién tiene más...
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Izzy se enteró del despertar de Axl, el mismo día en que él abrió los ojos. Quizá habría sido la mejor de las noticias hacía semanas atrás, pero ahora, no le importaba en lo absoluto.
No lo odiaba, aunque tampoco dejó de importarle. Simplemente, priorizó otras cosas en su vida, como su salud y bienestar.
Desde que se cansó de sacrificar todo por Axl, tuvo que establecer sus nuevos objetivos para construirse una nueva vida, que no girara en torno a él, ni a querer compartir su tiempo con cualquier cara bonita que se le pusiera al frente.
Aceptar que William era un caso perdido, sonaba más simple de lo que era, porque muy en el fondo, seguía queriéndolo. Pero se había rendido ante ese amor tan destructivo, que dejó a ambos distanciados y sin ninguna motivación para seguir adelante.
En ocasiones pensaba en él, y en cuan confundido debía estar por despertar un día, sin poder hacer nada por su cuenta.
Hablaba con Richard por teléfono de vez en cuando, y él era quien lo mantenía al tanto de la situación. Por él sabía que William aún no caminaba ni hablaba, y que sus terapias de rehabilitación después del coma y la cirugía, eran muy dolorosas, por lo que William se negaba a hacerlas. Como siempre, impidiendo su propia mejoría.
Izzy no podía hacer más que suspirar, y decir que él era así, siempre complicaba su recuperación, y toda su vida en general.
Le tenía lástima, y por un tiempo, pensó que salvarlo fue un error. Claro que trataba de reprimirse para no sentir que era un monstruo por creerlo, pero casi estaba convencido de que el único remedio para el joven, era estar muerto.
¿Sufriría su muerte?, probablemente sí. Aunque era la única salida para que pudiese huír del mal que tanto lo perseguía, y eso era él mismo.
Nadie odiaba tanto a William, como el propio William. Izzy se esforzó por ayudarlo a superarse, y muchas veces tuvo pequeños progresos, solo para volver a caer, y jalar consigo a todos los que le tenían un poco de aprecio.
Stradlin se había cansado de embarrarse de la depresión ajena, bastante ya tenía con sus propios problemas.
Varias veces, Richard le dijo que al menos una tarjeta deseo de su parte, le haría bien a William, pero se negaba a darle esperanzas de seguirían siendo siquiera amigos.
No, Izzy no lo quería en vida, y por eso prefería verlo muerto.
También sabía que para Richard, no era más sencillo encargarse de la situación de su cliente. Sabía que él convenció a la fiscalía para que le diera un permiso especial para entrar a la habitación de William, y también sabía que gracias a él, Rose tenía más ánimos para seguir con su terapia de rehabilitación.
No le hubiese sorprendido que William terminara enamorado de él, porque conociéndolo, era probable que se enganchara a cualquiera que le mostrara interés, y eso también incluía a los médicos.
