Capítulo III

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Liv Buckley

Steve detiene el auto en frente de nuestra casa. Bajo de él con mis cosas entre mis manos despidiéndome del chico mandándole un beso a lo lejos en cuanto cruzo la puerta de la entrada.

-No usen el teléfono. Estaré ocupada.- le digo a mamá. Ella me mira con extrañes y solo asiente ante mi repentina llegada.

Corro escaleras arriba en dirección a mi habitación. Arrojo mi mochila a la silla de mi escritorio y me aviento a mi cama. Me quito los tenis y tomo entre mis manos el teléfono sobre mi buró al lado de mi cama. Tecleo el número de la casa de Billy y me acomodo para estar así por las próximas cinco horas ignorando las diez tareas que mi mochila ansía vomitar.

-¿Hola?- aquella voz tan familiar me responde al otro lado de la línea. Inmediatamente sonrío y me recuesto boca arriba mirando hacia el techo.

-Hola, Billy, soy Liv- Digo.

     -¡Hola, preciosa! ¿Qué tal va todo?- su eufórica voz inunda mis oídos. Por la manera en la que habla, deduzco que debe estar masticando algo. Apuesto a que es goma de mascar.

     -Todo bien- me limito a decir. No estoy segura si soltarle lo que mi curiosidad me ha estado suplicando saber durante todo el día o esperar un poco más. -En la mañana me encontré con Max en la escuela...- Digo esperando a que él continúe mi conversación, sin embargo no lo hace y se queda en silencio esperando que siga hablando. -Dijo que pronto vendrás.- finalizo.

     -Ay Maxine- suspira con pesadez. -Esperaba que no te dijera, iba a ser sorpresa.- Deja de masticar por un momento. -Parece que todo está listo. Llegaré en los próximos días; espero que no pase de dos semanas- Continúa hablando esta vez con una voz más clara. Parece ser que ha desechado la goma de mascar.

     -Te extraño mucho, Billy.- Ahora que me acaba de confirmar su llegada, el corazón se me acelera al máximo. La emoción de tenerlo entre mis brazos me hace no querer soltarlo por lo que me resta de vida. Extraño sus sarcásticos comentarios que encajan perfecto con los míos al hablar de algo gracioso. Extraño la manera en la que besa mi mano repentinamente al compartir una caminata juntos, o cuando acaricia mis mejillas con su pulgar tres veces exactamente antes de darme un beso lleno de pasión. Me hace desear ser amada por esta y siete eternidades más.

-Yo también te extraño, cariño. Pronto estaré contigo molestándote, tanto que desearás no haberme pedido ir.- Ríe a lo bajo. Imagino esa hipnotizante sonrisa que le debe regalar a la nada por su comentario. Estoy completamente celosa de su teléfono por poder escuchar su respiración en vivo y a todo color.

-Yo jamás me arrepentiría de verte, Billy.- Me pongo boca abajo y reposo mi mandíbula en la palma de mi mano izquierda sosteniendo el teléfono en mi oreja con la derecha.



Llevo siete tareas de diez. La cabeza está por reventarme, siento que en cualquier momento mi cerebro no soportará la presión y en un instante, vísceras y sangre adornarán toda mi habitación. Claro que no estamos en la película de It, de lo contrario, hubiese estallado hace más de tres horas. El sonido de alguien tocando mi puerta me arrebata de mis sangrientos pensamientos.

-No hay nadie.- grito desde adentro apresurando la escritura de mi ensayo sobre economía que espero terminar esta noche.

-No me parece que nadie hable en voz alta.- Robin entra sin decir otra palabra a mi habitación y se sienta sobre mis piernas alejándome de las hojas con decorado de flores. Muy economista de mi parte. Me abraza por los hombros y me arruga la nariz sacándome la lengua. Ambas reímos a su inmaduro gesto. -Mamá dice que bajes a cenar-.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora