Miércoles, 25 de febrero de 1986
Eddie Munson
La alarma me despierta a la misma maldita hora de siempre. Dejo que suene durante unos segundos para que termine de despabilarme por completo. Al estar cien por ciento consciente, me estiro a apagarla. Me levanto y camino hacia la puerta de mi habitación. Doy una inspección rápida a la habitación de mi tío y me percato de que ya ha llegado de trabajar y debe estar en su quinto sueño. Casi nunca lo veo cuando tiene el horario nocturno en su trabajo, que en su mayoría, es así; en ocasiones nos encontramos en la cocina cuando sale temprano y yo me levanto antes de que suene la alarma, mantenemos una conversación corta debido a que él debe dormir y yo ir a la escuela.
Camino al baño y me miro al espejo; Mi cabello amaneció más salvaje que de costumbre. Intento arreglarlo pero es inútil porque se esponja aún más. Lo ignoro y me dirijo hacia la regadera. Abro la llave de agua y espero a que salga el agua caliente. Detesto el agua fría, por lo que espero hasta que el vapor tenga la temperatura correcta para quemarme. Me quito los pantalones de pijama y los arrojó sobre el tanque de agua del escusado. Entro a la ducha y me baño rápidamente. No podemos darnos el lujo de desperdiciar agua.
Al terminar, me enredo la toalla en la cintura cuidando que no se valla a caer. Camino un par de pasos al lavabo y tomo mi cepillo de dientes con una porción pequeña de dentífrico. Al salir del baño, me dirijo de regreso a mi habitación. Pongo un poco de música de Iron Maiden para comenzar el día un tanto menos mierda que siempre.
Tomo un par de jeans color negro y me los pongo. Abro un cajón de mi closet y de su interior saco una playera del Hellfire Club limpia y cuidadosamente planchada por las manos de la Señora Smith que vive a dos remolques del mío. Me reconforta demasiado tener camisetas limpias. La Paz mental que me provoca la ropa limpia me sirve como una especie de terapia en un intento de ordenar mi vida. Fajo la playera dentro de mis jeans y la atoro con un cinturón de vinil desgastado. Era de mi tío, hasta que decidió que era hora de dejar la imitación de cuero y la laca de cabello.
Me encimo mi chamarra negra, pero enseguida me doy cuenta de que el calor que se siente es similar al del infierno, nunca he estado ahí, pero estoy seguro de que no sería mi sitio favorito. Me la quito y la dejo en el respaldo de una silla. Hoy iré sin ella.
Arrugo las mangas de mi camiseta dejando ver gran parte de mis antebrazos y enredo un pañuelo negro en una bolsa trasera de mis jeans. Me pongo todos y cada uno de mis anillos en cada dedo dueño de los trocitos de metal. Tomo mi mochila y me aseguro de llevar conmigo aquella púa desgastada que Olivia Buckley tiró al chocar conmigo ayer; La observo por un par de segundos. Es color uva, tiene los bordes despintados por el bastante uso que debe darle y en el centro tiene una L, debe ser por Liv, todos en la escuela la llaman así. La curiosidad de saber qué clase de guitarra toca me quema por dentro.La guardo en un lugar seguro de mi mochila para no perderla. Tomo las llaves de mi camioneta y salgo de mi casa. La enciendo y espero que el motor agarre algo de calor. Ésta nena es un poco anciana, por lo que tenerle paciencia al encenderla por primera vez en el día es crucial para que no me deje varado en la carretera.
Conduzco en dirección a la casa de Dustin. Al entrar a su calle, lo veo a lo lejos. Está parado junto a Mike. Enseguida me ven y me saludan con una sonrisa. Estaciono en la orilla de donde están parados y les abro la puerta de atrás. Ambos entran entre risas y se acomodan. Dustin se sienta a mi lado y abrocha el cinturón de seguridad. Mike se posiciona detrás de mí y baja el cristal de la ventana.
-Estás completamente equivocado, Mike, te aseguro que Liv debe saber más de Star Wars que tú y yo juntos. Es una nerd.- así que la dueña de la púa que llevo bien asegurada en mi mochila es una nerd.
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𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏
FanfictionElla solía tener su futuro minuciosamente planeado, cada detalle, cada día de los próximos cinco años perfectamente previsto. Él, por su parte, solía vivir la vida a como el destino le acomodara. No tenía la misma visión del futuro, por lo contrari...