Capítulo LV

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Liv Buckley

Abro los ojos y lo primero que veo, es a Eddie Munson mirando atento a mis acciones, su oscura mirada acompañada de una apenas marcada sonrisa, me reciben dándome como regalo la mejor vista en la que pude haber despertado.

     -Buenos días.- habla en cuanto he recuperado la consciencia por completo. Por un momento, olvido cómo es que llegué aquí, pero al instante, recuerdo que Eddie me trajo a la cabaña de su abuelo para estar juntos el resto de la tarde.

     Instintivamente, paso la mirada hacia la ventana e inspeccionar que aún no es tarde para nadar en el lago como lo prometió cuando veníamos de camino para acá. Por fortuna, la luz del día está en su punto, aún queda tiempo.

     -¿Qué hora es?- pregunto buscando un reloj en algún rincón de la habitación.

     -Aún es temprano, descuida, ¿Tienes hambre?- Niego con la cabeza.

     -Vamos a nadar.- pido. Me levanto de la cama como resorte y con la mirada, busco mi mochila, Eddie debió dejarla en algún rincón de la habitación.

     Cuando la encuentro, corro a la silla en donde está reposando y la esculco hasta sacar del interior un bañador de dos piezas de color rojo, y un par de sandalias amarillas.

     De reojo, puedo ver cómo Eddie me observa atento a lo que hago; debe estar ansioso por verme con esto puesto, pues está totalmente deleitado por el color de mi ropa.

     -Me iré a cambiar.- anuncio caminando al baño con la ropa en una mano y la perilla de la puerta en la otra.

     -Liv, no me molesta que te cambies frente a mí.- la picardía en su tono de voz me hace reír.

     -Sé que es lo que más quisieras, pero aún me queda un poquito de pudor.

     -Esa noche no parecía ser así.- antes de cerrar la puerta de la habitación, me guiña un ojo y sonríe triunfante a su acertado comentario.

     Me quito mi precioso vestido amarillo y lo dejo doblado sobre el tanque del escusado. Hábilmente y poniendo toda la fuerza que habita en mi, me pongo el bañador que se pega a mi piel. Olvidé que me apretaba un poco, pero no es notable; espero que con el agua se acomode mejor.

Salgo del baño de regreso a la habitación, donde aún se encuentra Eddie recostado en la cama con las piernas cruzadas y sus brazos detrás de su cabeza.

-Wow...- dice en cuanto se da cuenta de mi presencia; pasa sus ojos de arriba a abajo, deteniéndose descaradamente en mi cintura y pecho. No puedo evitar ruborizarme, así que le doy la espalda para que no lo note, con la excusa de guardar el vestido dentro de un cajón. Claramente, no ayuda en lo absoluto, pues en un abrir y cerrar de ojos, su palma choca con mi trasero haciéndome soltar un quejido. -Te voy a quitar eso.- advierte antes de aprisionar mi cintura en sus manos al igual que mis labios con los suyos.

Paso mis manos por detrás de su cuello, mientras que él recorre con las suyas mi cuerpo haciéndome cosquillas en ciertos rincones que me dan escalofríos.

Me separo de él antes de que todo se torne color carmín y no pueda tener el control de nuestros cuerpos.

   Le ordeno que se ponga su traje de baño,  y entre pucheros y berrinches, acepta. Salgo de la habitación para que Eddie pueda tener un poco de privacidad y para matar el tiempo, me dispongo a observar detalladamente el impecable orden que hay en la cabaña. La cocina está completamente limpia y la sala no tiene ni una sola pelusa en el suelo; debí dormir bastante, pues tuvo el tiempo suficiente y hasta de sobra para hacer una limpieza considerablemente profunda.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora