Capítulo XLIII

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Eddie Munson

Han pasado aproximadamente un par de horas desde que Chrissy me presentó con Miranda; no he visto a Liv en lo absoluto, o quizás la mezcla de la risa de la peli negra y el alcohol no me lo han permitido.

    Justo ahora la claridad en mi mente no es cualidad de mí; sentado en un fino sofá junto a la chica, me doy cuenta de que estoy disfrutando tanto esto como pocas cosas en la vida. Podría quedarme así toda la noche.

     Comienzo a cuestionarme que tan acertada fue mi rotunda decisión de no asistir a estas fiestas cuando en realidad entiendo ahora lo entretenidas que son. Comenzaré a dejarme obligarme más seguido.

     -Eres muy bonita, Miranda.- me quedo estático viendo la manera en la que la pelinegra a mi lado se acomoda el flequillo de su frente tratando de alisarlo con sus dedos para dejarlo como estaba en un inicio. Sus mejillas se ponen coloradas en cuanto recibe mi cumplido y ahora, para mirarme, se acomoda recargando su cabeza en la palma de su mano sobre el sofá.

     -¿Apenas te diste cuenta?- la picardía que recorre sus dilatadas pupilas y el calor que se ha hecho presente en su cuerpo causado por mí y el alcohol obliga a la chica a soltar feromonas por cada uno se sus poros que me atrapan sin piedad a soltarme por el resto de la noche.

     Lentamente se pone de rodillas en el sofá frente a mi aproximándose lenta y cuidadosamente de no pisarme, casi como un gato. Al llegar, se sostiene de mis hombros y acerca su cara con la mía para envolver mis labios en un delicado beso; Su labial sabor cereza solo hace que esto sea mucho más satisfactorio.

     Mis manos la rodean de la cintura pidiéndole que se siente sobre mi regazo y nuestra posición para besarnos sea aún más cómoda.

     Miranda rodea mi cuello haciendo que el hambre de comernos sea insaciable, y lo único que ruego controlar es aquella situación dentro de mi pantalón que está por salirse de mis manos.

     La chica se separa por un segundo de mí para tomar aire recibiéndome con una sonrisa graciosa, pues su labial de ha corrido un poco, llenándome la mente solamente de fantasías con esos carnosos labios.

     -Tengo algo que hacer... dame unos minutos.- sin más, se levanta de mis piernas dejándome una sensación fría que extrañan su calor.

No me queda más que asentir y estar de acuerdo, pues aunque esto estaba por tornarse de otro color, lo único que provoca el que se aleje de mí, es dejarme la vista libre directo a una castaña que reconozco perfectamente vistiendo un vestido negro a los hombros cubierto de una peculiar chamarra de cuero rojo carmín resaltando entre toda la multitud de ebrios que nos rodea. Es bastante notorio el maquillaje que lleva puesto, ocasionándome que el corazón casi se me salga del pecho dejándolo caer a sus pies, tal como me tiene justo ahora.

Va acompañada de Jonathan, lo sostiene por el brazo con el miedo de perderse entre tanta gente y nunca regresar con su amigo. Él le habla de algo, sin embargo, ella está perdida en la manera en que todo mundo se embriaga sin titubear dejando en peligro su reputación y sus prendas íntimas.

No sé si es cuestión del alcohol y mi casi nulo juicio que me provocó la bebida, pero verla así, vestida tan rebeldemente solo me hace querer llevármela lejos de aquí y robarla para tenerla todos los días para mí y nadie más.

Liv Buckley

De verdad quiero irme de aquí, pero no lo puedo hacer sin Billy, pues en partes es mi responsabilidad que no se mate mientras conduce su tan preciado Camaro azul.

-En cuanto encuentre a Billy me largo...- murmuro a Jonathan a mi lado.

-¿Quieres solamente relajarte? Billy debe estar bebiendo como el idiota que es en algún lugar con más idiotas; podríamos subir y fumar un poco.- me propone sacudiendo una bolsita de marihuana frente a mi rostro.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora