Capítulo XLVII

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Liv Buckley

Steve estaciona su auto en el lugar habitual, y sin darme cuenta por tener los ojos pegados dentro de mi libro de álgebra, un par de nudillos explotan la burbuja en la que floto tocando levemente al lado de mi oído en el cristal del auto.

Levanto la vista encontrándome para mi grata sorpresa con un par de ojos color chocolate que me inspeccionan a detalle de lo que hago. En cuanto nuestras miradas se encuentran, sonreímos genuinamente dejando claro que ambos estamos más que felices de vernos.

Eddie me abre la puerta para salir y me ayuda con los libros que llevo en las manos y no caben en ellas.

-¿Cómo te sientes?- pregunta cerrando la puerta del auto de Steve asegurándose que tiene el seguro puesto.

-¿Quieres la verdad o una mentira?- me acomodo mi mochila en ambos hombros con ayuda del peli rizado. Ésta mierda pesa como nunca; traje casi toda la biblioteca dentro.

-Quiero la respuesta que te haga sentir segura.- doy un profundo suspiro encogiéndome de hombros analizando su petición, pues ni siquiera para mí es clara la respuesta. -Tengo algo para ti.- se detiene en seco para pasar los libros que lleva en una sola mano e introducir la otra al bolsillo trasero de sus jeans del que saca aquella púa de guitarra que aprecia con su vida y nunca me ha dejado sostener porque siempre dice que no es el momento adecuado. Es una ridiculez. -Estaba casi seguro de que te hacía falta un empujoncito de confianza... es mi púa de la suerte, quizás es superstición mía o hasta paranoia, pero sea como sea, creo que de alguna manera me tranquiliza llevarla conmigo; quiero que la tengas, Liv, deja caer tu seguridad en ésta cosa y haz de una buena vez lo que hemos planeado por meses.

-No, Eddie, es tuya...

-Por favor, tómalo como un agradecimiento si es que tu súper ego no te permite aceptar mis sentimentales regalos.- termino por ceder a su obsequio asintiendo lentamente con la cabeza y mis mejillas coloreándose cada respiración más. Le pido que me la abroche como el suele llevarla en el cuello y ahora sí, continuamos con nuestro camino hasta llegar a la biblioteca.



Eddie Munson

Los exámenes están por terminar; las clases del resto del día se suspendieron por dicho acontecimiento y los chicos aún están en los salones que les asignaron para presentarlo.

     Me encuentro con Dustin, Mike, Max y el resto del club esperando la hora en la que nuestros amigos salgan triunfantes de su prueba y nos digan que todo salió mucho mejor de lo planeado.

     Ansío como nunca verla, presenciar su preciosa sonrisa cuando me diga que ese examen fue pan comido y que en unos meses se irá a Berkeley. Podría asegurar que estoy igual de nervioso que Liv, pues sé que tan vital es que resuelva su examen con una puntuación casi impecable, y no dudo ni un poco en que así será, sin embargo, siempre hay una mínima posibilidad que ni siquiera me atrevo a nombrar, y eso es a lo que todos le tenemos terror.

-¿Qué hora es?- pregunta Josh a Garreth por quinta vez en el rato que llevamos aquí afuera sentados.

-Siguen siendo las 12:00.- Garreth levanta la voz dejándonos más que claro lo fastidiado que la insistencia de Josh lo tiene.

-¿Creen que estén bien?- pregunta Dustin. Se levanta de la jardinera y comienza a dar lentos pasos de derecha a izquierda.

-Lo están... o más les vale estarlo.- responde Max. Se levanta e imita su acción tratando de controlar sus nervios que le están por arrancar las uñas.

-¿Podrían sentarse?- Gracias Mike. Estaba por volverme loco con sus pasos desesperados musicando en el fondo, el crujir de las uñas de Garreth al morderlas y los incesantes silbidos de Michael de los que no se da cuenta y solo hace por impulso me estaban desquiciando.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora