Capítulo LXXIV

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Liv Buckley

Hemos llegado al juzgado; el alma se me vuelve un hilo, mi garganta se seca y mis manos no paran de temblar. Quiero disimularlo, pero a medida que el motor se acalla, el miedo aumenta.

Félix ha llegado con Jenna, el resto del club también; a lo lejos, puedo notar la presencia de los padres de ambos acusados. Sus semblantes son duros y preocupantes. El abogado Johnson viene junto con los Harrington, mientras que el resto, son personas que no reconozco. Deben pertenecer a la corte, así que no me quiebro la cabeza intentando adivinar. Debería hacerlo para distraer mis ideas con respecto a Billy, más no lo hago, él no me ha abandonado desde la mañana.

-¿Estás nerviosa?- pregunta Eddie leyendo cada arruga de mi expresión facial.

-No.- miento descaradamente. -No me alegra estar en esta situación, es todo.- No quiero entrar en más detalles; lo único que deseo es que todo esto termine de una buena vez. Eddie busca mi mano en mi regazo y al tomarla, deposita un beso en el medio del dorso.

-Tranquila, estoy contigo.- La seguridad que me transmite con tan solo un par de palabras, es impresionante. Me pregunta con la mirada si es prudente bajar del auto, y cuando me percato de que los demás han comenzado a hacerlo, ya no es cuestionable.

     Ambos bajamos a la par y nos reunimos en la entrada del juzgado. Saludo a todos con un abrazo y Jenna se posiciona a mi lado buscando alguna especie de abrigo de valentía, decepcionándola al instante, pues yo estoy incluso peor que ella.

     Detrás de nosotros, vienen los familiares de Jason y Billy; nos miran de una manera juzgona, nos culpan de que sus pequeños estén en las condiciones menos aptas. Decido no prestarles atención, mucho menos al padre de Billy, y pese a que soy yo quien debería sentirse ofendida, es todo lo contrario. Su padre esta matándome con sus azules ojos; ese hombre siempre me ha intimidado, ha provocado un miedo que se niega a dejarme, y mucho peor, ahora que cree que yo seré una de las culpables que lo hayan encerrado en prision.

     -Entremos.- susurra Eddie tomándome de la mano, y al percatarse de la obvia intimidación de Clifford Hargrove, él hace lo mismo. Le sostiene la vista y lo reta con su expresión. Su frente se arruga y sus labios se fruncen; me toma aun más fuerte, dejándole claro al hombre que no estoy sola ni lo estaré jamás, en caso de que intentase algo.

     Cuando el padre de Billy cede, nos ponemos en marcha. Primero entra nuestro grupo, después, personas que intervendrán o ayudarán en el caso, y al final, la familia de los acusados.

     Aún no podemos entrar a la sala de juicio, solo lo tienen permitido las personas ajenas a nosotros que se encargarán de hacer justicia. Nos posicionamos en un rincón de las afueras a la espera del llamado del juez.

     Eddie me abraza por los hombros, mis padres se sientan junto a Félix y los padres de Steve e inician conversación, Steve, como de costumbre, se queda al lado de Robin, los chicos del club juguetean entre ellos y Jenna se planta a mi lado, tomando mi mano, suplicando algunas palabras de esperanza.

     -Me gusta tu collar.- susurro a su oído tratando de amenizar el ambiente.

     -Y a mi tus pantalones.- responde. Ambas sonreímos y continuamos con los halagos, olvidándonos por un segundo de que estamos por saber la condena de Billy y Jason.

     -Buen día.- La piel me palidece y mi boca deja de responder a Jenna. Clifford Hargrove está frente a nosotros.

     -Buenos días, Clifford.- mi padre se levanta imponente a lo que sea que intente el hombre de traje negro.

     -Buen día, Clifford.- responde de igual manera, el padre de Steve.

     -Buenos días.- responden Eddie y Félix al unísono, haciéndose presentes sin una pizca de miedo.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora