Domingo, 29 de Febrero de 1986
Liv Buckley
Es domingo por la mañana. Mi alarma me hace despertar de golpe, lo que estoy segura, me causará una severa jaqueca. Odio los domingos, mis padres nos obligan a Robin y a mí a asistir a misa, donde tengo que vestirme con ropa formal y de colores pastel, lo único formal y de un color pastel que hay en mi guardarropa, es mi vestido de graduación de la secundaria, por lo que tengo que hacer que mis atuendos sean lo menor llamativos y satánicos que se pueda.
Estos últimos dos días no han sido relevantes. El viernes ignoré a Steve por completo, salvo por una pequeña discusión que protagonizamos en el salón de historia; no resolvimos nada, por lo que el resto del día ni siquiera me molesté en mirarlo. Durante el receso, me senté en la mesa del Club junto con Max, no quería dejarla sola con mi anterior mesa, así que le prometí que si no le agradaban mis nuevos amigos, no cruzaríamos palabra con ellos de nuevo. Por fortuna no fue así, y tal parece que le vino como anillo al dedo un club de Freaks que son amantes del cine de ciencia ficción, charlaron con Max sobre eso todo el receso, mientras que Eddie me dedicaba miradas disimuladas y sonrisas ingenuas que le provocaban mis muecas.
Al final de las clases, Eddie me dijo que pasaría por mi hoy a las 8:00 para ir a verlo tocar con su banda, lo cual me mantiene en pie frente al lavamanos cepillando una y otra vez mis dientes hasta sentirlos en completa limpieza.
Ayer, Robin me obligó a decirle el por qué de mi enfado con Steve. Hablé sobre como me sentía con respecto a lo mal que su mejor amigo trataba al ahora mi club, ella lo comprendió de inmediato, después de todo, Steve no es una persona muy lista. En algún momento tendré que confrontar a Steve madura y civilizadamente, pero no ahora.
Billy llamó anoche, pero le dije a Robin que le inventara una excusa para no hablar conmigo. No creo tener estómago para mentirle por teléfono con que todo está perfectamente bien. No hay suficiente crueldad en mí, además de que mi farsa no es precisamente algo que se pueda describir. No estoy segura de lo que siento por Eddie. Es lindo, y muy divertido, y siempre me hace reír, pero Billy es mi novio, a quien elegiría una y mil veces en todas las vidas en las que reencarne.
Regreso a mi habitación para sacar de mi guardarropa un vestido hasta la pantorrilla a cuadros azul cielo con café. No recuerdo cuando lo compré, pero es lindo. Intento peinar mi cabello atándolo en una media coleta con una liga azul y voy a la habitación de mamá para tomar prestados un par de zapatos beige con un diminuto tacón en el talón, por fortuna somos de la misma talla. También le robo unos calcetines blancos hasta el tobillo con un fino olán de encaje como terminado. Me los pongo y enseguida siento la diferencia entre un par de comodísimos Converse y estos torturadores.
Al momento de maquillarme, lo hago igual que siempre, a excepción del lápiz delineador, esta vez no estará invitado. Tomo un pequeño bolso de mano color hueso y bajo para encontrarme con mi familia.
-Te ves linda- me dice papá mientras acomoda su corbata. Mamá se está poniendo la arracada faltante en su oreja izquierda y Robin todavía no baja.
-Gracias- le digo planchando el torso de mi vestido con una mano. Sonrío tímidamente y acomodo un mechón de mi cabello que se salió de la coleta.
-¡Robin, es hora de irnos!- le grita mamá parándose en el segundo escalón esperando que el volumen de su voz sea lo suficientemente alto para que mi hermana pueda escucharla. En cuestión de segundos, Robin azota la puerta de su habitación y corre escaleras abajo hasta aparecer frente a nosotros respirando agitadamente. Esa manera de recuperar oxígeno es muy característica de mi hermana.
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𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏
FanfictionElla solía tener su futuro minuciosamente planeado, cada detalle, cada día de los próximos cinco años perfectamente previsto. Él, por su parte, solía vivir la vida a como el destino le acomodara. No tenía la misma visión del futuro, por lo contrari...