Capítulo XI

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Liv Buckley

Son las 4:30, por lo que me enredo una toalla en el cabello para que absorba el agua lo más que se pueda. Voy a mi closet y trato de elegir un buen atuendo para el concierto. Nunca había tenido un dilema de moda como este. ¿Qué diablos se usa para ir a ver tocar a la banda de Eddie Munson? Mierda.

Al final, me decido por un par de pantalones de vinil, una camiseta de tirantes anchos en color escarlata y encima, una chaqueta de cuero que le tomé prestada a papá hace un par de semanas y no ha notado. Me pongo mis Converse negros y retoco el esmalte de mis uñas que se ha desgastado, espero no manchar nada, soy muy torpe al pintarlas, y ahora mismo me regaño por no haberlas pintado ayer. Antes de poner el esmalte en mis manos, me desenredo la toalla y cepillo mi cabello. Lo agito de manera frenética para sacudir el agua y lo dejo suelto, dejando que el aire lo seque.

Soplo un poco sobre mis uñas y cuando están relativamente secas, comienzo a maquillarme. Hoy tengo ganas de producir más mi rutina. Voy a hurtadillas al tocador de mamá y de un cajón, robo su bolso de maquillaje.

De regreso a mi habitación, esparzo el contenido en mi tocador y lo junto con mis cosas para elegir lo que me sirve. Rizo mis pestañas con cuidado de dejarlas todas iguales y enseguida aplico un poco de corrector solo donde tengo notorios granitos. Lo difumino con mi dedo y lo sello con un polvo compacto dentro de un empaque realmente lujoso; mi mamá va a matarme si no lo dejo como estaba. Me pongo rubor en las mejillas como comúnmente y ahora voy a mis ojos. No suelo delinearmelos, pero supongo que ésta situación lo amerita. Con la fina brocha del delineador, hago una línea delgada saliendo de mi ojo. En un movimiento sin dudar para que no me salga mal. Relleno hasta quedar conforme y lo que no me gustó, lo corrijo con un hisopo y mi saliva. Al hacer el otro ojo, lo hago con mayor cuidado intentando que quede lo más preciso posible al ya hecho. Cuando tengo el resultado que deseo y no se ve tan desastroso como imaginé, cierro el delineador. Me aplico lápiz para ojos negro debajo de los ojos y lo esparzo con mi dedo. Pongo suficiente rímel en mis pestañas y las cepillo perfectamente sin grumos.

Al llegar a mis labios, quiero un color que se note a seis metros de distancia. Vuelvo a buscar en el bolso de mamá y encuentro un labial de un color rojo muy brillante. Dudo un segundo en ponérmelo, nunca me he puesto color rojo, es muy dramático para mi gusto, pero hoy me siento rebelde, así que dejo las dudas a un lado y quito la tapa con cuidado; Mamá parece apreciar mucho su maquillaje.

Lo aplico siguiendo el borde de mis labios con delicadeza para no salirme y manchar el resto del maquillaje. Froto ambos labios para dejar uniforme el color y cuando veo el resultado final, quedo fascinada. No es un aspecto muy común de Liv Buckley.

De un cajón de mi tocador, saco una bolsa de plástico con tubos para el cabello dentro; tomo mechones de cabello no muy grandes y los enredo sobre el plástico. He hecho esto unas cuantas de veces cuando tenemos una fiesta o vamos a la iglesia, sin embargo, mis enredos no son precisamente uniformes, pero ya es ganancia que se vean decentes. Saco una secadora de otro cajón y la conecto para encenderla y pasarla por encima de los tubos rezando porque el aire termine de secar mi cabello.

Cuando mi muñeca está lo suficientemente cansada y el calor me ha invadido el cuerpo, apago la secadora. Espero un momento a que se enfríen y hago tiempo acomodando mi bolso. Elijo uno pequeño, no quiero cuidarlo toda la noche, así que será fácil divertirme con uno totalmente negro de agarradera corta. En él, meto el labial de mamá, espero que no se de cuenta, mi billetera con mi credencial de la escuela dentro por sí llego a necesitar una identificación y un poco de dinero que tengo ahorrado desde hace unos meses. Regreso a mi tocador y desenredo de a poco los tubos comenzando por los que quedan abajo. Veo que el cabello llegó a un resultado del que no puedo quejarme, podría ser peor. Cuando termino, acomodo los rizos con mis dedos y los deshago un poco. Cabe decir que los rizos no son marcados, usé tubos de unos cuatro centímetros de diámetro, por lo que mi cabello queda perfectamente peinado. Roceo un poco de spray para cabello que Steve me hizo comprar y lo vuelvo a acomodar.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora