Liv Buckley
Al entrar a la casa de Eddie, me percato de que está más ordenado que la vez anterior, supongo que pasó toda la tarde acomodando para darme una buena impresión; No puedo evitar sentir ternura, pues estoy segura de que la casa de Eddie ordenada es de las más grandes muestras de afecto de su parte.
-¿Qué es lo que te dio Jenna?- pregunta quitándose el chaleco de mezclilla con una imagen de Dio en la espalda. Lo cuelga en el perchero y me mira.
-No es nada; le pedí a mi padre que le consiga un trabajo desde casa, y él me pidió algunos documentos para poder ver qué hacía por ella- Dejo mi mochila sobre el sofá frente a mí y la cámara sobre la barra a un lado de la cocina lo más lejano al suelo que puedo. No quiero que esta porquería me cueste mi último año.
-Qué considerada- sonríe. Camina directo a la cámara sin despegarle la vista de encima hasta que la sostiene entre ambas manos y la inspecciona cuidadosamente. -¿Sabes usarla?- pregunta.
-Un poco; Jonathan me enseñó antes de irse y Nancy me pidió tomar fotografías para el anuario- Explico. Eddie la posiciona frente a su rostro viendo por el visor apuntando hacia mí.
-Creí que faltaban meses para eso- El chico comienza a buscar una buena toma para capturar inspeccionando cada detalle de su hogar que enseguida descarta.
-Nancy es un poco obsesiva con hacer las cosas anticipadamente. La verdad no me molesta en lo absoluto, me puedo tomar mi tiempo y con esta tarea, estaré mucho más libre del periódico escolar.- Me recargo sobre la barra de madera en la que estaba la cámara, cruzo mis brazos y observo lo que Eddie hace.
-Sonríe- me ordena ajustando el objetivo del lente dirigido hacia mí. Le desvío la mirada negando con la cabeza y sonrío tímidamente esperando que Eddie deje de apuntar hacia mí pero no lo hace, por el contrario, escucho el disparo que indica que la fotografía se ha tomado; quita la cámara de su rostro y sonríe triunfante a su toma. -Cuando reveles las fotos, quiero tener esa- Pide y regresa el artefacto a donde inicialmente lo resguardé.
-Definitivamente no- Me niego. Eddie hace una mueca de tristeza y me mira.
-¿Por qué no? te ves realmente hermosa- Dice. Hace un puchero como niño pequeño pero sigo negándome.
-No te daré una foto mía en la que estoy segura me veo hecha un desastre- Camino hacia su habitación y él me sigue por detrás. Hábilmente me toma el brazo y me acorrala en una pared del pasillo antes de llegar a la puerta.
-Los desastres me vuelven loco.- Susurra en cuanto sus labios quedan a centímetros de los míos. Puedo darme cuenta de cómo su respiración se mezcla con la mía hasta que se coordinan y se vuelven un solo sonido apenas oíble. Sube su mano y me acaricia el mentón dejando pasar el frío del metal de sus anillos a propósito para hacerme estremecer mientras observa mi reacción con atención. Se lame los labios cuando mis mejillas comienzan a enrojecerse por su tacto y con la otra mano sostiene la parte lateral de mi rostro acercándome más a él hasta que puedo reconocer aquella suavidad que me ha hecho sentir culpable por noches; Sus labios se comienzan a mover con total inocencia. Me aferro con ambas manos a su cintura y dejo caer mi peso en la pared que nos sostiene.
Al acabarse nuestro oxígeno, se separa de mí aún sosteniéndome entre sus manos. Estoy totalmente segura de que si no tuviese agarre a su cintura, justo ahora me desvanecería a sus pies inevitablemente. Me alejo por completo de él y retomo el camino a donde quería ir en un principio con los pasos de Eddie siguiendo los míos.
-¿Qué quieres hacer?- le pregunto. Eddie cierra la puerta detrás de él y me dedica una mirada hambrienta. Me siento en la orilla de su cama e inspecciono su habitación. La ropa que estaba esparcida en diversos lugares del suelo, está perfectamente doblada en su closet; recuerdo que sobre su escritorio y buró al lado de la cama, había latas de cerveza vacías, envoltorios de golosinas y una que otra colilla de cigarro; al mirar ahí, está impecable.
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𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏
FanfictionElla solía tener su futuro minuciosamente planeado, cada detalle, cada día de los próximos cinco años perfectamente previsto. Él, por su parte, solía vivir la vida a como el destino le acomodara. No tenía la misma visión del futuro, por lo contrari...