Capítulo LXII

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Jueves, 24 de Abril de 1986

Liv Buckley

Han pasado cuatro días desde el incidente del bar, y por alguna extraña e inesperada razón, Billy no nos ha molestado ni a mí ni a Eddie ni a los chicos; tal parece que las amenazas de Félix funcionaron, pues cada vez que nos lo encontramos en el pasillo de la escuela, no hace aquella mirada que recuerdo, casi nos asesinaba en el bar. Es como si nada hubiese pasado, como si fuéramos desconocidos que no tienen la mínima intención de conocerse; no sé qué demonios pensar al respecto.

Antier retomé el ritmo del periódico escolar con el que Nancy me explotaba, regresé a mi liderazgo al club de ciencias, y esta noche vamos a abrir una nueva campaña de Calabozos y Dragones en el club, por fortuna, Lucas se nos unirá, dice que el campeonato se aproxima, por lo que el entrenador les pidió relajarse por un tiempo antes de entrenar como si, literalmente, su futuro dependiera de ello.

Las cosas entre Eddie y yo han ido de bien a mejor cada día que pasa; ayer me confesó que le dio a los chicos claras instrucciones de cuidarme, pero en vista de que la memoria de Billy ha sido reiniciada y ni siquiera ha hecho el mínimo intento de acercarse a mí, han relajado sus cuidados, cosa que de verdad agradezco, pues no me siento para nada cómoda con todos mis amigos cuidando mi trasero cuando no lo necesito. Detesto esa sensación de debilidad, me rehuso a cargarla en mis hombros a cada segundo que respiro, detesto que todos crean que en cualquier movimiento en falso, haya altas posibilidades de quebrarme como una ramita seca, no es así, no lo es en lo absoluto.

Chrissy Cunningham ha intentado sacarme de mi juicio en repetidas ocasiones; su actividad favorita es acorralarme en el baño de chicas durante los cambios de clase. No me molesta, me halaga que pase su tiempo espiándome para poder sacar sus garras que solamente la dejan en ridiculo frente a su equipo de idiotas animadoras. Sé que odia con su alma verme con Eddie, y aunque él no sabe lo que aquella peliroja con cara de "yo no fui" hace en secreto mientras intenta llamar su atención haciéndole esa boba sonrisa que pone a todos los chicos de rodillas, a excepción de él, sí se lo pido, él la eliminaría de su vida en un abrir y cerrar de ojos sin pedirme explicaciones.

Wayne me invitó a cenar el domingo, antes de irnos al ensayo de la banda; estoy realmente emocionada, pues es nuestra primer cena formal siendo una pareja sólida. También me emociona ver a Wayne, le tomé mucho cariño en muy poco tiempo y el que Eddie comparta la misma mesa con las dos personas que más adora en su vida, debe ser maravilloso.

Justo ahora, me encuentro preparándome para el juego de al rato; Eddie dijo que pasaría por mí antes para ir a comprar un nuevo paquete de cuerdas para su guitarra, pues las que tiene actualmente, necesitan ser remplazadas.

No quiero arreglarme de más, solamente usaré mi camiseta del club con una falda corta de mezclilla y mis habituales Converse negros. Me maquillaré solo lo necesario para no parecer un fantasma andante y ataré mi cabello a una coleta alta, el clima pinta a ser bochornoso, por lo que no llevaré ningún abrigo.

Termino de alistar mi bolso para después bajar a la sala a esperar a mi novio con mi mamá; está mirando una especie de reality show de cocina en la televisión. Ella adora esos programas.

-¿Vas a salir con Eddie, mi amor?- pregunta la dulce mujer de vestido amarillo pastel que se encuentra sentada en el medio del sofá.

-Sí, mamá, tenemos juego en el club.- se hace a un lado para dejarme sentar y cuando lo hago, me rodea los hombros con un brazo y deposita un suave beso con olor a ella en el lateral de mi cabeza.

-No lleguen muy tarde, ¿Bien?- pide acariciando un mechón de mi cabello con cuidado de no jalarlo.

-No, mamá, intentaremos venir temprano.- ambas nos disponemos a mirar el programa de televisión que cada vez se pone mas emocionante, pues están a nada de anunciar los participantes que pasarán a la ronda final del desafío del día de hoy.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora