Capítulo LXVII

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Liv Buckley

     -¿Qué demonios haces aquí?- Eddie es el primero en amenazar. Wayne se levanta en seguida y toma del brazo a su chico para evitar que se lance sobre el rubio.

     -Lárgate, Hargrove...- Habla esta vez Steve. Su madre imita la acción de Wayne y Billy solamente retrocede un paso.

     -Escuchen, solamente quiero ayudar.- Billy levanta las manos mostrando que viene en son de paz, pero todos en la habitación, justo ahora imaginamos decenas de fantasías donde le rebanamos la cabeza tal cual cebolla.

     -¿No crees que ha sido suficiente con lo que provocaste?- Dustin hace presencia a mi lado, pero esta vez soy yo quien lo sostiene. Billy baja la mirada, y al levantarla de nuevo, se enfoca en mí. Mi ser irradia rabia, su rostro es un costal de box y mis manos están preparadas para limar mis callos en él.

     -Liv...- da un paso hacia mí, pero antes de que vuelva a abrir la boca, mi puño se estrella contra su mandíbula, lo que provoca que retroceda; Steve, Eddie y Robin corren hacia mí para evitar que vuelva a golpearlo, pero los tranquilizo al dejarles en claro que no volverá a suceder.

     -¿No tienes vergüenza? Deberías estar en la comisaría, Billy, junto con el criminal de tu amigo. Lárgate, vete de aquí antes de que entre todos te arranquemos la cabeza...- amenazo con la mano de Steve aún sosteniendo mi brazo.

     -Liv, por favor, escúchame...

     -Ya lo hice, Billy, ¿recuerdas que sucedió? Te escuché y a los dos segundos le dispararon a mi amigo, ¿Vas a tener el descaro de justificarte?

     -No... por favor, las cosas no son como tú crees...

     -¿Entonces como? Porque estuve ahí, escuché... escuchamos todo lo que dijo Jason, ¿De qué estás hecho, Billy? ¿Cómo pudiste jugar así con nuestras vidas?- Billy intenta acercarse de nuevo a mí, pero Steve se lo impide.

     -Es en serio, amigo, vete, no queremos mas alboroto aquí, ¿De acuerdo?- la firmeza con la que habla, me causa escalofríos. La palma de su mano evitando que su pecho avance más, le deja en claro que no estamos jugando a absolutamente nada.

     -Lo siento... yo no quería que esto pasara. De verdad lo lamento tanto...- dice antes de dar la vuelta y marcharse. Le susurra algo a Max que no alcanzo a escuchar pero ella sólo lo ignora y sigue de largo hasta mí.

-Liv...- La peliroja se abalanza a mi cuerpo y yo la rodeo con ambos brazos para fundir mi rostro en su cobriza melena con olor a mandarina.

-Max, lo siento... no debiste escuchar eso...

-No te disculpes, estoy al tanto de lo que pasó y en serio estoy tan avergonzada por lo que hizo el idiota de Billy.

-No, Max, eso no tiene nada qué ver contigo...

-Lo sé, pero aún así no puedo dejar de sentir culpa...- nos separamos del abrazo y todos regresamos a nuestros lugares de hace un segundo. -¿Cómo está Félix?- me pregunta en un susurro.

-No hemos sabido nada desde que entró al quirófano.- Max entrelaza su mano con la mía, ofreciéndome todo el apoyo que habita en su delgado ser repleto de pecas.

A los pocos minutos, mis papás han regresado con una enorme caja de cartón llena de ropa limpia para todos. Cada uno nos dirigimos a mi papá y tomamos una camiseta y un par de pantalones. Mi mamá le ofrece unos tenis de Robin a Jenna, pues desde que hemos llegado, no se ha quitado esos grandes y dolorosos tacones color rosa pastel. Ella le agradece en un abrazo y corre al baño de chicas con la ropa entre sus manos.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora