Capítulo LVI

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Eddie Munson

Ha pasado casi una hora desde que mágicamente, el alma de Liv se convirtió en un bello delfín dominando, las olas a su conveniencia; aún tiene miedo, cree que en un repentino momento, una enorme mandíbula del tamaño de un bote masticará la mitad de sus piernas.

     Sin embargo, no hay nadie que intervenga en nuestro momento; no hay un Billy Hargrove ni un Jason Carver que puedan tragarnos a insultos, no hay amigos celosos ni tampoco curiosas miradas hambrientas de chismes frescos para la semana, sólo estamos Liv y yo, disfrutando uno del otro siendo nuestros por completo. Justo ahora puedo decir que es mía, para mí y para nadie más.

De un momento a otro, la situación comenzó a acalorarse descaradamente; Justo ahora la tengo con las piernas enredadas en mi cintura, mis manos en su trasero y sus brazos amarrando mi cuello. Esto solo hace que cada vez menos soporte el traje de baño.

Las caricias de Liv detrás de mi nuca me causan uno tras otro escalofrío en la espalda; el frío del agua no es suficiente para detenerme a seguir dándole combustible al calor que se ha formado entre nosotros dos. Sus piernas me atan cada vez mas fuerte pidiendo a suplicas que deje liberar aquello que la vuelve loca.

-Vamos adentro.- pide Liv, entre jadeos en mi boca. Asiento con la cabeza y nado lo más rápido que mis pies me permiten con ella aún en mi cintura hasta el puente.

*Comienzo de escenas +18*

Caminamos a la cabaña y cuando estamos en el pórtico, la tomo de la mano hasta pegarla de regreso a mis labios; le obligo a dar un brinco para volverla a tener en mi poder y llevarla a donde se me pegue la gana con sus piernas enredadas en mi cuerpo.

Sus dedos jalan mi cabello a medida de que el beso se intensifica; el pálpito dentro de mi estómago me da cosquillas en el resto de mi cuerpo pidiendo a suplicas besar su deliciosa piel.

Al entrar a la cabaña, recargo su cuerpo en el sofá de la sala dándome un respiro para prepararme a llegar a la habitación. En ningún momento deja de besarme ni acariciar mi espalda y brazos. El pálpito en mi entre pierna es cada vez más incontrolable, necesito a Liv cuanto antes.

     Regreso al camino y cuando llego a la habitación, cierro la puerta con seguro, pues a pesar de que estamos solos inexistentes ante nuestros conocidos, no quiero llevarme una inoportuna sorpresa si alguien nos encuentra.

     La acuesto en la orilla de la cama y me inclino hacia ella recorriendo a besos cada espacio de su cuerpo; en el camino muerdo su piel suavemente para jugar con su paciencia, pues me he dado cuenta de que mi chica es un poco impaciente, y sacarla de sus casillas es mi hobbie favorito.

     Recorro desde sus labios hasta llegar a su pecho, deteniéndome cerca de sus senos jugando con el borde de su bañador. Liv me toma firmemente por detrás de la cabeza con sus dos manos y me atrae a sus pezones aún cubiertos por la tela. La miro esperando un gruñido para que de una vez por todas mande a la mierda la ropa que justo ahora nos está sobrando.

     Sonrío con el rostro lleno de picardía y muerdo con delicadeza uno de sus pezones provocándole un inesperado jadeo; hábilmente, paso una mano por detrás de su espalda y deshago el nudo de la prenda para dejarla de lado y tener una preciosa vista de sus pechos esperando a ser devorados por mi boca.

     Con ambas manos, los aprieto al mismo tiempo para luego, pasar mi lengua por su cuello dejando un beso bastante húmedo en su garganta.

     -Por favor, Eddie, chúpame las tetas.- suplica Liv con la voz entre cortada; me sorprendo por un segundo por la manera tan sucia en la que me ha dado órdenes, así que no pienso ocultarlo.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora