Capítulo LXV

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Liv Buckley

No sé cómo dar el primer paso al interior de la habitación; no sé si es correcto entrar sin más o pedirle permiso para hacerlo. Las manos me sudan y las piernas me tiemblan, tengo miedo de que en cualquier momento estas me dejen de responder.

     Limpio mis manos en los muslos de mi pantalón, respiro hondo y sin pensarlo más, me introduzco a la habitación en un par de pasos.

     -Hola...- saludo tímidamente al rubio que ha volteado a mirarme por el ruido que hice al caminar. Él sonríe apenas y me hace una seña con la cabeza para que me siente a su lado. Cierro la puerta detrás de mí y cuidando mis pasos, obedezco su orden. -Hola.- repito ahora que estoy sentada junto a él.

     -Hola.- sonríe de la misma manera tímida que yo.

     -¿Cómo estás?- borracho no, y es lo que me tranquiliza. Más bien, tiene una peculiar expresión facial en el rostro, es como si la nostalgia se apoderara de él y un fuerte remordimiento se lo estuviera comiendo poco a poco.

     -Estoy bien, Liv, ¿Tú lo estás?- se encoge de hombros y le da un gran sorbo a su cerveza.

     -Billy, puedes dejar de fingir que te agradamos, si no quieres hacerlo con toda la multitud de allá afuera, a mí sí me debes honestidad.- suelto de repente. Billy solamente agacha la cabeza, analiza las arrugas que se han formado en la alfombra del suelo y regresa a levantar la vista.

     -Sé que te debo muchas cosas además de honestidad, Liv.- vuelve a dar un sorbo esta vez más corto, lo hace solo para evitar mirarme.

     -Y sobre eso quiero hablar, Billy; no vengo en son de guerra, solamente quiero arreglar esto como la gente decente, ¿qué no estás cansado de estar siempre a la defensiva con nosotros? ¿O tener miedo de que en cualquier momento nuestros grupos se vuelvan a enfrentar hasta llegar a solo dios sabe qué consecuencias? Porque yo sí, y es por eso que he venido aquí, ignorando todas las alertas y advertencias que me he impuesto...

     -¿Crees que te lastimaría, Liv?- No respondo nada, solamente me encojo de hombros delatándome a que sí, viendo el peligro que corro estando aquí sola con él, en el fondo, efectivamente sí creo que me haría daño. -No lo haría... pese a que te insulté y te traté de la mierda, no tendría el corazón de lastimarte...- Deja de hablar; su voz está por quebrarse. Quizás es debido al alcohol, a las emociones con las que estamos lidiando o su sinceridad dejándose ver para mí, pero justo ahora, puedo apreciar una leve pizca de arrepentimiento y culpa en su mirada.

-Escucha...- me acerco un poco más a él. -Vine a arreglar nuestro problema; sin Eddie, sin Jason ni nuestros grupos para defendernos, solamente tú y yo, como debió ser en un principio, y quizás tú ahora no quieras hablar conmigo, y lo entiendo, yo tampoco estaba segura de hacerlo, pero por favor, sí dentro de ti aún existe un poco de amor por mí, accede a hablar y acabar con nuestro conflicto de una maldita vez. Quiero disfrutar mis últimos meses de preparatoria, Billy, de mis amigos y mi familia, no quiero estar temiendo a cada paso que doy porque tú y Eddie puedan matarse... si hay un mínimo aprecio hacia mí, pongámosle fin, Billy.- Suplico tratando de encontrar su mirada con la mía. Él solo asiente con la cabeza y sorbe su nariz; da un último trago a su cerveza y cuando está vacía, la dobla para luego lanzarla por el balcón.

-Bien...- me mira, suspira y saborea cada gota de aire que recorre su sistema respiratorio. -Desde el fondo de mi corazón, te pido disculpas por estos tres años y todo lo mal que te hice sentir; por no haberte valorado como debí, por haberte lastimado tan descaradamente. Lo siento tanto Liv, estoy seguro que no va a haber suficientes disculpas para compensar todo el daño que provoqué, sin embargo, ahora mereces paz, después del remolino en tu vida que fui, mereces tranquilidad, y sé que no solucionará mucho, pero lo mínimo que puedo hacer es dártela.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora