Capítulo XXXVI

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Miércoles, 10 de marzo de 1986

Liv Buckley

He de confesar que, no esperaba la manera en la que Billy se tomó las cosas; estoy consciente de lo incómodo que serán los almuerzos de hoy en día, y tampoco me entusiasma la idea de que el ojiazul esté al asecho de Munson por los pasillos de la escuela, sin embargo, haré todo lo posible por mantener lo más mínimo posible el contacto con Eddie; así es mejor para todos, y será más llevadera esta ruptura.

Ayer, después de haber hablado del tema, el ambiente se tornó un poco tenso; Billy me preguntaba cosas como: "¿Tuvieron sexo?" O "¿Quien más lo sabía?", vaya que odié tanto contestarle cada una de ellas, pero sí no lo hacía, la confianza que le había jurado momentos atrás se iría de nuevo al carajo, así que con todo el dolor de mi corazón, expliqué tal cual pasó, sin disfrazar ni una sola palabra.

Al final, le pedí disculpas por milésima vez a lo que él accedió. Billy claro que no estaba contento, necesitaba estar loco para estarlo, pero intentó asimilarlo de la manera más madura posible, después de todo, la verdad siempre arregla todo, tal como me lo ha repetido toda su vida mi hermana.

Y hablando de ella, no hemos cruzado palabra desde nuestra discusión de ayer; parece que Steve pasará por ella el día de hoy, y a cómo lo pidió ayer en el almuerzo, el resto de su vida también.

     Al levantarme de la cama, sigo la rutina de todos los días, hago mi cama, lavo mis dientes y cara y regreso a mi habitación para cambiarme de ropa y maquillar un poco mi rostro.

     Esta vez no me siento tan de la mierda a comparación de días pasados, así que elijo verme bonita; opto por una falda rosa pastel, una camiseta de Mötley crüe a la que le corté la mitad de tela ya que en lugar de camiseta, era más bien un vestido, dejando un poco descubierta mi cintura. Me pongo unas calcetas mínimamente largas que la altura de mis Converse negros y al finalizar, miro hacia la ventana que da a la calle, parece que el cielo hoy no amenaza con llover, por lo que no será necesario un suéter. Me maquillo un poco más de lo normal, está vez añado un delgado delineado de gato en el filo de mis ojos y un poco más de rubor que lo habitual.

     Me cuelgo la mochila en los hombros preparándome para bajar; doy pasos torpes y juguetones, estoy segura que en algún momento me voy a romper un tobillo por ser tan infantil.

     Mamá me recibe con un exquisito aroma a pancakes caseros; al ver mi hipnotizado rostro, me extiende un plato con tres pancakes apilados cubiertos de jarabe de miel y en la cima un gran trozo de mantequilla casi derritiéndose por el calor del pan, tal como le gusta.

     Los devoro en cuestión de minutos y cuando estoy en ultimo bocado, Robin y sus cordones desatados interrumpen mi degustación. Me mira sin expresión alguna por un segundo y al otro me da la espalda para tomar una taza de café evitándome a toda costa, inclusive se sienta del otro lado de la mesa; que infantil de su parte, se supone que ella es la hermana mayor y la que debería actuar con madurez, pero no es así.




Eddie Munson

     -Creí que repararías la lavadora de la señora Smith...- comenta Wayne mientras sirvo café en un par de tazas de la compañía de la planta que le obsequiaron en fin de año. Son tan estupidas.

     -Lo haré, intentaré regresar temprano para ir a su casa.- Ayer llamaron de la planta, de último momento cambiaron su horario de entrada; no me puedo molestar, así son esos hijos de puta.

     -Más vale que así sea, recuerda que esa máquina es la responsable de tus camisetas limpia todos los días, Eddie.- reprende mi tío.

     -Véte sin cuidado, cuando regreses estará más que nueva.- Wayne toma su café como si fuera agua y el ardor que provoca lo caliente en su garganta fuese inexistente; intento imitar su acción pero cuando doy el primer sorbo, mi boca pide agua fría. Disimulo mi mueca y opto por soplar un poco para que la temperatura disminuya.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora