Capítulo XV

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Liv Buckley

     -¿Y dejaste que Will te cortara la cabeza solo para que recuperara su amuleto de la suerte?- Después de su súplica, nos pusimos a charlar de otras cosas.

Por más que yo lo quería, mis sentimientos hablaron por mí. No lo hice con palabras, más bien, con una sonrisa, pero eso fue todo para que Eddie comprendiera que esto podría funcionar. Tengo que solucionar el pequeñísimo secreto que no le he mencionado, y lo tengo que hacer pronto, de lo contrario, seré la persona más mierda del planeta.

-Era eso o dejarlo morir; tuve que sacrificarme como buena Lady Arrakis al mando de la tropa- Justo ahora nos encontramos debajo de las gradas sentados sobre el húmedo césped que ha empapado nuestros pantalones; Nos da lo mismo, pues la charla se torna más interesante a medida que hablamos.

-Te tomas muy en serio tu papel- dice Eddie. Hurga entre los bolsillos de su mochila y de uno, saca una cajetilla de cigarros y un encendedor de metal.

-Un poco- Eddie me ofrece un cigarrillo y yo lo acepto. Enciende la mecha del encendedor y espero a que mi cigarrillo entre en calor.

-¿Qué hiciste con la hierba que me compraste?- pregunta. Es cierto, lo olvidé por completo. Abro los ojos completamente y él ríe a mi mueca. Sostengo el cigarrillo con mis dientes y abro mi mochila para buscar en lo más profundo de esta. Tomo la bolsita de plástico entre mis manos y se la muestro.

-Lo había olvidado- digo aún con el cigarrillo en los dientes.

-Guarda eso, nos meterás en problemas- dice cubriendo la bolsita de marihuana con su mochila. -¿Por qué la compraste si ni siquiera la ibas a fumar?- tiene un muy buen punto. Me encojo de hombros y vuelvo a guardar mi ilegal producto.

-No lo sé, lo que pasa es que no tengo con quien fumar. La verdad no quiero experimentar eso sola; no tengo idea de sus efectos- Estoy segura de que Robin y Steve se negarían rotundamente. Robin me regañaría el resto de mi vida y Steve le haría segunda. Ambos son dos papás preocupados por sus niños.

-Yo podría hacerlo; tengo práctica- se ofrece Eddie dando una calada a su cigarrillo. Yo le doy unos golpecitos al mío para quitarle el exceso de ceniza y me acomodo para asentir con la cabeza.

-¿Solo fumas hierba o utilizas más cosas?- es lo que siempre me ha llenado de duda. He escuchado eso de que "nunca consumas tu mercancía" más no tengo idea si aplica para todos los dealers.

-Solo hierba y muy de vez en cuando; no soy un drogadicto como todos dicen- Eddie ríe a las estupidas suposiciones de los habitantes de Hawkins. -¿Qué hay de ti? ¿Cuáles son tus vicios?- arquera una ceja pícaramente y se recarga sobre su codo extendiendo su cuerpo casi acostándose.

-Sólo fumo.- agito suavemente mi cigarrillo como referencia -A mi hermana le repugna, y mis papás no tienen idea, pero es lo que ayuda a calmar mi ansiedad-

-Solo estás intercambiando la ansiedad por el cáncer o una buena cirrosis- Bueno punto, Eddie.

-De algo tengo que morir, ¿no crees?- asiente dándome la razón. Da la última calada a su cigarrillo y antes de acabarlo, lo apaga con la suela de su tenis para guardárselo en el bolsillo de sus jeans.

-¿Qué harás después de graduarte?- pregunta el pelinegro cruzando sus brazos por detrás de su cabeza recargándola en ellos.

-Entraré a la universidad, obligaré a mi padre a comprarme un auto, me mudaré a un departamento lo suficientemente cerca del campus para no desperdiciar gasolina de más y conseguiré un empleo de medio tiempo para ayudar a mis padres a pagar mi colegiatura. Después, adoptaré un perro, uno de raza pequeña, podría ser un pug o un schnauzer miniatura, pero no un chihuahua, los chihuahua me ponen nerviosa- comienzo a balbucear lo más rápido que mi lengua puede hasta que me doy cuenta de que Eddie está completamente sorprendido y decido parar.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora