Liv Buckley
-No entiendo por qué Holly no elige una mejor vista que Tiffanys; tengo una larga lista de lugares que lucen mejor que eso- comenta Eddie llevándose un mini sandwich horneado de jamón con queso crema en el medio.
-Eddie, es como si tú desayunaras frente aquella tienda enorme de vinilos y cassets en la calle Lincoln; hay mil lugares mejor vistosos que ese viejo local, sin embargo, lo harías cada día de tu vida por el simple hecho de que es de tus lugares preferidos- explico. Eddie asiente aceptando mi lógica y continúa comiendo su sándwich hasta acabarlo en dos mordiscos.
-¿Tú frente a qué lugar desayunarías?- me pregunta a punto de agarrar un bocadillo más. Doy un sorbo a mi copa de vino y lo analizo por un segundo.
-No lo sé, nunca había pensado en eso...- y es cierto. Como mi película favorita, jamás he enlistado los lugares en los que he sido muy feliz. -Podría ser la biblioteca- digo. Eddie me hace una mueca negándose a mi respuesta y se acomoda para insistir en que piense más a fondo.
-Nadie quiere desayunar frente a la biblioteca, Liv. Es aburrido, vamos, piensa más- y en cuanto menos lo espero, la imagen de mi lugar perfecto me viene a la memoria.
-La señora Romanova, una mujer anciana y viuda de nuestro vecindario tiene una tienda de antigüedades y cosas viejas en el centro; mi mamá solía llevarme a menudo cuando era niña y ayudábamos a la anciana a acomodar sus artículos. A veces me pagaba con pequeñas cosas como brújulas que apenas servían o tenedores oxidados que ella juraban podían haber sido del titanic, cosa que, a mis diez años siempre creí; llevaba esas cosas a la escuela para presumirlas con mis compañeros, al final se burlaban de mi por inventar historias tan descabelladas de esos inservibles vejestorios. La tienda de antigüedades de la señora Romanova podría fácilmente ser mi Tiffanys- digo con seguridad. Eddie queda fascinado con mis palabras y sonríe de oreja a oreja logrando su cometido: nombrar mi lugar favorito para desayunar.
-Me gusta cuando me hablas de cosas importantes para ti,; es realmente enviciante el ver tu expresión al recordar memorias que guardas en el fondo de tu corazón- Eddie da un sorbo a su copa de vino y me mira aún extasiado.
-Me gusta hablar; a veces tengo esa manía de balbucear cosas sin parar, mi mamá suele fastidiarse cuando lo hago, sin embargo, no dice nada, sabe que soy selectiva con las personas con las que dejo mostrar esa parte de mí.- Acomodo mi cabello que ya he desatado. El chongo me hizo doler un poco la cabeza por la falta de costumbre al atar mi cabello. Quedó un poco tieso por el spray, sin embargo, logré acomodarlo a manera de que no se viera tan desordenado.
-Bueno, pues es un verdadero honor formar parte de esas personas- me extiende su copa para chocarla con la mía y obedezco. Eddie acomoda la manga de su camisa doblándola cada vez más arriba.
En este punto, él ya se ha quitado su saco y la corbata; ha desabotonado un poco el cuello de su camisa y se ha quitado el cinturón. Por mi parte, me he quitado el incómodo collar de fantasía, los guantes y los tacones; los pies me punzaban amenazando con reventar en cualquier segundo, por lo que no dudé más en botarlos al fondo de la camioneta de Eddie.
La película está por terminar; en el transcurso, no volvimos a ver a Jason y sus amigos rondando por aquí, debieron irse antes de que vieran a su líder con la mejilla hinchada. A menudo le pregunto a Eddie si se siente bien; una costilla rota no me tranquiliza para nada, pero él insiste en que está completo.
Terminamos los bocadillos; eran bastantes, se suponía que guardaríamos un poco para su tío Wayne, sin embargo, no tuvimos suficiente fuerza de voluntad para parar de comer. La botella de vino también está casi vacía; la mayor parte la bebió Eddie, y pese a eso, no está ni un poco ebrio. Debe tener un estómago resistente al alcohol, comparándose conmigo, estoy segura de que para esas copas, estaría tambaleándome en mi lugar bailando de un lado a otro haciendo el ridículo.
ESTÁS LEYENDO
𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏
FanfictionElla solía tener su futuro minuciosamente planeado, cada detalle, cada día de los próximos cinco años perfectamente previsto. Él, por su parte, solía vivir la vida a como el destino le acomodara. No tenía la misma visión del futuro, por lo contrari...