Capítulo LXXI

207 18 4
                                    

Liv Buckley

     -Todavía podemos arrepentirnos.- susurra Steve sobre mi hombro antes de cruzar la puerta.

     -Puedes regresar si quieres.- él niega con la cabeza y no le queda de otra más que seguir mis pasos.

     Al llegar a la recepción, un policía de piel morena y cabello oscuro nos recibe. Nos dirigimos a él y sonreímos.

     -Hola, queremos ver a un chico que se encuentra arrestado.- hablo. El policía arquea una de sus cejas mientras inspecciona mi ser. Steve carraspea su garganta haciéndose presente y el hombre hace lo mismo con él.

     -Niños, no pueden estar aquí en busca de un probable preso.- Steve se ofende por cómo lo acaba de llamar el uniformado mientras que yo ruego por que mi poder de insistir sea mayor que su autoridad.

     -Por favor, es importante.- suplico. El oficial resopla y vuelve a negar con la cabeza. -Escuche, tenemos que hablar con él para intentar hacer algo y que no termine preso, ¿bien?- Steve me mira tan sorprendido que sus enormes ojos café están casi taladrando mi piel a punto de fulminarme por lo que acabo de decir. El policía pasa mis palabras por su mente una segunda vez, mira a su espalda y regresa a mí.

     -¿Cómo se llama tu amigo?- pregunta en voz baja. Sonrío agradecida por su amabilidad y le recito el nombre de Billy.

    Cuando ha accedido, nos pide seguirlo, cosa que hacemos sin titubear. Nos lleva a una especie de sala de interrogación y nos pide esperar ahí hasta que traiga a Billy. Steve balancea una de sus piernas de arriba a abajo tratando de calmar sus nervios, mientras que yo, hago todo lo posible por no acabarme las uñas a bocados.

Luego de un rato, el oficial abre la puerta, con Billy esposado por la espalda, luce cansado, sucio y descuidado, su barba está un poco crecida y tiene la misma ropa que usaba cuando Eddie y yo vinimos. No ha salido de aquí para nada, y mientras no se resuelva, seguirá aquí durante dios sabe cuánto. Realmente siento pena por él, quisiera hacer algo para sacarlo, pero no está en mis manos, y pese a que yo sienta toda la lástima del mundo, es la consecuencia de sus actos haber llegado hasta acá.

Al verme, la vista se le ilumina, una sonrisa genuina se pinta en su rostro y es como si el color le haya regresado a la vida. No mira a Steve, creo que ni siquiera se da cuenta de que me acompaña, solo se fija en mí.

-Steve, ¿puedes salir?- le susurro al castaño a mi lado mientras el oficial le quita las esposas y deja sentarlo frente a nosotros.

-Eso no fue en lo que acordamos.- objeta.

-Por favor.- suplico intentando que mis palabras sean lo suficientemente piadosas para su decisión. Steve lo piensa por un segundo y al final accede. Se levanta de su silla y me da un beso en la frente, recordándome que no se alejará de la puerta si es que necesito ayuda.

     -Viniste...- por primera vez, escucho su voz. No puedo evitar incomodarme a su mirada, es como si una especie de culpa me bañara todo el cuerpo, a pesar de que yo no tengo nada de culpable.

     -Max me dijo cómo estabas.- No miro directo a sus ojos, en lugar de ello, miro su frente, su cabello, su nariz, o alguna parte que no tenga un contacto obvio,

     -Papá no me ayudará...- se le corta la voz. Un enorme pinchazo me atraviesa el corazón, perforándome no solo eso, el alma y mi cuerpo entero también, como un muñeco de vudú.

     -Creo que tiene suficientes razones para no hacerlo, Billy.- sus ojos de cristalizan y un sentimiento de rabia protagoniza cada expresión de su rostro. Sus mejillas enrojecen y desvía su mirada de mí.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora