Simplemente la vida del pequeño Louis y su amado alfa, Harry.
O donde Louis es un risueño, bonito y tierno omega que adora las burbujitas, los conejitos y biberones con leche de vainilla calientita, siendo mimado y protegido por su adorado alfa.
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-¡Totopo, no!.- se quejó Louis riendo cuando el conejito saltó sobre su pechito y comenzó a olfatear su carita.
El omeguita se encontraba tirado en el suelo sobre la cómoda y afelpada alfombra de la sala, pues había despertado hace un rato por las tremendas ganas de hacer pipí pero cuando regresó del baño ya no tenía más sueño, así que decidió dejar un besito en la mejilla de su alfita quien aún dormía y corrió hasta la sala para jugar con su conejito, totopo.
-¿Tu eres omeguita como yo?... ¿o eres un alfita como el mío?.- preguntó Louis a su conejito, rodando por la alfombra hasta quedar sobre su pancita, moviendo sus piecitos de atrás hacia adelante en el aire.
-A mi n-no me gustaba ser om-omeguita porque mi p-papá me pegaba feo... pero Hazzie me dijo q-que no era malo y que era un omega b-bonito.- dijo sonrojado y perdido en sus pensamientos mientras veía a totopo saltar y mover su colita por todos lados.
-Lou... ¿Qué haces despierto ahora, bebé? Hoy iremos más tarde al consultorio, vuelve a dormir.- se escuchó una voz ronca que venía del alfa recién despertado quien caminaba por el pasillo que daba a la sala con unos siemples bóxers y sus rizos en un moño desordenado.
Harry vió a su niño desparramado en el suelo, con la gran camiseta enrollada hacia arriba seguramente por estarse moviendo tanto, dejando ver sus bonitas braguitas que iban a conjunto con los bóxers blancos con pequeñas piñas por todos lados que llevaba puestos él.
Recuerda aquel día donde sin pensarlo dos veces accedió a comprarlos por petición de su omega, reclamando que él quería usar ropa interior igual a la de su alfita.
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El elástico de la braguita que más bien parecía un cachetero, apretaba con firmeza la suave piel de las gorditas nalgas del omega dejando una imagen inigualable a la vista de Harry.
Quería ir y comérselo en ese momento, darle nalgadas hasta que sus dedos estuvieran marcados en su lechosa piel, dejar sus dientes marcados en sus regordetas piernitas y follarlo tantas veces.
