Malestar

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🪩

El frío había decidido regresar a Canadá justo esa mañana acompañado de una lluvia helada, y Gemma solo deseaba que el amanecer se apresurara un poco más y que el día terminara antes de las 24 horas.

Escuchó la puerta de su habitación abrirse, por lo que vió a través del espejo que tenía frente a ella y que adornaba su tocador, a aquel que haya entrado al lugar.

Era nada más que el pequeño omeguita quien había llegado a buscar su consuelo.

Lo vió entrar a pasitos cortos pero apurados, con una de sus manitas estirada hacia ella mientras que con la otra sostenía al señor bombón en un agarre flojo. Su carita estaba colorada y bañada en lágrimas saladas que caían sin vergüenza de sus ojitos azules, que aunque ahora lucían tristes y sin brillo, eran los más bonitos que Gemma jamás haya visto.

-Oww, tranquilo, Lou...- dijo con lástima Gemma, volteando de frente al menor para recibirlo entre sus brazos cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella como para sofocarse de las tristes feromonas que desprendía.

-H-Harry...- sollozó Louis abrazándose con fuerza a Gemma, soltando a su peluche para pasar sus bracitos al rededor de su cuello.

-Yo se, yo se... shh.- siseó la omega frotando la espaldita del menor.

La noche anterior había recibido en su casa a Zayn y a Liam con Louis dormidito entre sus brazos y su carita enterrada en la bufanda que llevaba el alfa. Acostaron al ojiazul en la habitación que siempre había usado para dormir cuando se quedaba junto a Harry para poder pasar más tiempo juntos, por lo que el olor del menor estaba por todo el cuarto al igual que un poco el del rizado.

Lo arroparon y por el resto de la noche logró dormir tranquilito y sin interrupciones, hasta justo ahora que al parecer había despertado a la misma hora que lo despierta su alfa en su hogar, como si su cuerpecito estuviera programado para saber exactamente a qué hora despertar.

Lloraba desconsolado entre hipidos y sollozos que lo hacían ahogarse y toser para luego balbucear el nombre de Harry entre su pesar, que aunque las ganas de gritar por tener a su alfita a su lado en ese momento fueran inmensas, sabía que no lo obtendría aunque lo llamara en su llanto un millón de veces.

-M-me duele... mhhh.- se quejó con su vocecita rota entre sollozos, separándose del cuerpo de Gemma para mirarla con sus ojitos aguados.

-¿Qué te duele, pequeño?.- preguntó la omega tomándolo por sus manitas mientras lo inspeccionaba con su mirada, barriéndolo de arriba a abajo para encontrar aquello que le dolía o alguna herida.

-A-aquí mhmm...- hipó tocando su pechito con su dedito mientras fruncía el ceño y apretaba sus ojitos.

Gemma hizo una mueca triste antes de tomarlo de la manita y caminar fuera de la habitación.

Vanilla MilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora