Simplemente la vida del pequeño Louis y su amado alfa, Harry.
O donde Louis es un risueño, bonito y tierno omega que adora las burbujitas, los conejitos y biberones con leche de vainilla calientita, siendo mimado y protegido por su adorado alfa.
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3:00 p.m
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-Hoy te dejaré escoger todo lo que llevaremos a casa, amor.— dijo sonriendo mientras levantaba al omega por debajo de sus bracitos para subirlo a la parte grande del carrito del súper— Todo lo que se te antoje o algo nuevo que quieras probar, puedes tomarlo, sólo te haré detenerte cuando el carrito esté lleno, pero mientras eso no suceda, alócate, bebé.— continuó diciendo antes de inclinarse y besar sus labios delgaditos, empujando el carrito dentro del súper para comenzar sus compras.
-¿Todo lo que yo quiera, alfita?.- preguntó asombrado por el permiso que su alfa le había dado, pues aunque siempre le decía que podía tomar lo que él quisiera, esta vez era diferente, le estaba dejando todas las compras a su antojo y él en realidad se llevaría el súper completo si pudiese.
-Todo, Lou, quiero que tú mismo escojas los ingredientes que te gustaría que llevaran nuestros alimentos en estas próximas semanas, amor.— dijo con cariño mientras peinaba hacia atrás el flequillo del ojiazul— Estoy seguro que lo harás maravilloso— divagó aplicando esa estrategia que su cabeza de pronto había creado para hacer que el menor se enamorara de sus horas de comida de nuevo.
No le gustaba verlo irritado por no querer comer y mucho menos permitiría que tomara algún mal hábito de saltarse comidas, por lo que le pareció maravillosa la idea de hacer que se sintiese parte de todo el proceso que conlleva preparar sus alimentos, desde escoger los ingredientes hasta cocinarlos juntos en su hogar. Era algo nuevo para ambos, pues la mayoría del tiempo hacían el súper cuando tenían el tiempo contado y el alfa era quien escogía todas las cosas sin siquiera pedir opiniones del menor, o cuando cocina, suele mantenerlo bastante alejado del fuego y cosas con las que podría hacerse daño, pero ahora estaba seguro que si lo hacían juntos y mientras siguiera cuidando de él tan bien, ningún accidente tendría porqué suceder y serían pequeños momentos que brindarían armonía a su hermosa relación. Quería ver fuerte y saludable a su niño.
Después de haber atendido unas cuantas citas más temprano en el consultorio y de haber respondido algunas llamadas por parte del tío de Louis quien se estaba encargando de ponerlo al tanto con el funeral y ciertos detalles más, habían salido con destino a comprar globos blancos para la despedida que planeaba junto a su omeguita para despedir a su madre de una manera que no le fuese tan dolorosa.
-¿Por dónde quieres iniciar, amor?.- preguntó mientras veía la carita curiosa de Louis prestarle atención a todo menos a él, pues al parecer el montón de cosas a su alrededor le causaban bastante intriga y se distraía fácilmente con tanto.
-Mmm... es que yo no sé...- se quejó después de pensarlo un par de segundos, sin poder decidir por qué parte le gustaría empezar a elegir lo que llevarían.
-¿Qué te parece si te ayudo un poco?.— ofreció deteniendo el carrito en un amplio pasillo bastante céntrico a todas las zonas— Tenemos el área de frutas, el área de carne y quesitos, el de pan y cereales... ¿Cuál te gusta más?.— dijo cuando le vio aceptar su ayuda, vagando sus ojos por ahí para nombrar las distintas secciones del supermercado a las que podían ir.
