Colores y más colores

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Era viernes y la ciudad se encontraba en completa calma. A pesar de que el amanecer había sido unas cuantas horas atrás, los fines de semana lucían mucho más tranquilos por las mañanas que algún lunes o martes, por lo que había total silencio y solo alguno que otro ruido que los autos dejaban al pasar pero que no alcanzaba a llegar hasta aquel piso donde dormía profundamente un alfa rizado y un travieso omeguita andaba paseándose por ahí.

Caminaba con sus piecitos descalzos por el frío suelo del departamento mientras llevaba en sus manitas su lapicera donde guardaba un montón de plumones y crayolas que usaba para colorear en sus libros animados, con esa sonrisita pícara en su carita y casi completamente desnudo si no fuese por aquel pañalito que le cubría.

Abrió la puerta de la habitación donde aún dormía el ojiverde pues hoy era día de descanso, sin trabajo ni pendientes por hacer, por lo que se podía dar el lujo de dormir aquellas horas de sueño que le hacían falta, sin tener ni el más mínimo conocimiento de que aquel chiquillo estaba más enérgico que nunca y sin una pizca de sueño.

Caminó de puntitas a la cama dejando su lapicera encima y subiendo primero una de sus piernitas para luego impulsarse y subir la otra, ayudándose con sus manitas.

Vió a su alfa dormir boca abajo con su torso descubierto, con sus brazos doblados a cada lado de su cabeza que estaba dando hacia el otro lado de donde estaba el omeguita, dejándolo ver solamente un montón de rizos despeinados y con la sábana cubriendo hasta su cintura.

Louis mordió su labio inferior y esa sonrisita volvió a aparecer en su carita, observó unos cuantos segundos su lapicera antes de tomarla y con cuidado de no hacer ruido, sacó todos los plumones que había dentro mientras se acomodaba sentadito sobre sus talones.

Tomaba el montón de colores entre sus manitas para ver lo brillante de todos ellos. Tenía desde el rojo más oscuro hasta el más chillante, al igual que el amarillo y todos los colores del arcoíris y más, y todos se los había comprado su alfita.

Destapó el plumón azul y lo observó por un segundo antes de acercarlo a su naricita y olerlo, ronroneando cuando el rico aroma a mora azul se hizo presente, y cuando quiso olisquear un poco más, sintió la punta del plumón rozar su naricita, lo que lo hizo fruncir el ceño y alejarlo en un movimiento rápido.

Vió el plumón molesto como si hubiese tomado vida y se hubiera encargado de mancharlo, cuando fue su torpe manita quien lo manchó en realidad.

Sacó su la punta lengüita y luego de haberse quedado un momento quietesito, acercó el plumón a su piernita y trazó una raya por todo el largo de su muslito, si tiendo la húmeda tinta azul pasar por su lechosa piel.

Despegó la punta y rió bajito al ver la línea un poco chueca y con algunos dobleces que aparecieron por la inestabilidad de su manita, intentando dibujar ahora un círculo que terminó pareciendo una papa deforme al final, lo que lo hizo reír un poco más alto.

Vanilla MilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora