11- La noticia

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El alma regresó a mi cuerpo, cuando mi madre atendió mi llamada y me explicó por qué debía contactarla con urgencia.

—Casi me matas de un infarto —admití, calmando a mi corazón.

¡Al igual que tú a mí! ¿Cómo se te ocurre no hablar con tu madre por tanto tiempo? —dramatizó a través de la línea.

—Lo siento, pero eso no es excusa para que llamaras a Tatiana preocupada —defendí.

Me senté en la cama, suspirando.

¡No sabía qué más hacer! —sonó agitada y un tanto nerviosa—. Mi chiquita, extrañaba escuchar tu voz.

Mi postura se relajó y comprendió lo que sucedía. Al fin y al cabo es mi madre, ella me amaba y se preocupaba por mi bienestar.

—Yo también extrañaba hablar contigo, mamá. ¿Cómo está Eric? —mi voz se apagó en cuanto el nombre salió.

Mejor, aunque te extraña mucho... ¿Seguro que estás bien, chiquita? ¿Estás comiendo?

Apreté los dientes cuando lo ultimo golpeó mi estómago y mi conciencia. Me dolió que tuviera que mentirle, pero algo más llamó mi atención: esa preocupación repentina.

Ella era una madre sobre-protectora que se preocupaba mucho por mí, pero su forma apresurada de hablar y el cómo su voz cambió dos tonos arriba, me mantenían curiosa y expectante a lo que me estaba ocultando.

—¿Tú lo estás? Suenas nerviosa.

Mi madre carraspeó la garganta, como si eso le hiciera retomar su compostura firme.

Bueno, es que algo más sucede... —di justo en el clavo.

—Soy toda oídos —me acomodé en la cama de Seamus, quien había ofrecido su habitación para hablar, ya que, según él, tiene mejor cobertura para las llamadas.

Ayer, cuando tu padre y yo estábamos acompañando a Eric en sus exámenes médicos, nos llegó una llamada.

Su voz tan alterada y pausada, retorcía mi paciencia. Algo grave sucedía, algo que puede que yo no soporte, por eso ella ha estado evadiendo el tema principal durante más de cinco minutos.

Llamaron por asuntos legales, teníamos el poder de decidir si llevar un caso a la corte o anularlo —comenzó a hablar con más rapidez—. Tu padre y yo no podíamos regresar a la ciudad, no ahora con tu hermano en estas condiciones.

—¿Okay...? —fruncí el ceño, confundida.

Era... era importante decidir en el momento, por ciertas razones que ya olvidé. Dadas las circunstancias, tu padre y yo decidimos anular el caso.

—¿Me podrías explicar de cuál caso me estás hablando? —pregunté, ansiosa.

Era para llevar a la corte el caso de Ja... —la señal comenzó a cortarse.

—¿Hola? ¿Mamá? —llamé, alzando mi celular hacia el techo en busca de mejor recepción.

¿Ka..? ¿Si... hi...? —pronunciaba sílabas incomprensibles.

—¿Mamá? —intentaba acercar mi oído y escuchar, mientras cada vez alzaba más mi celular. Mi celular fue perdiendo barras hasta que, por desgracia, la llamada se cortó—. Carajo.

—¿Qué haces? —la voz de Seamus me hizo desviar mi atención a la puerta.

No entendí esa pregunta hasta que me fijé en la cama que estaba bajo mis pies y mis manos estiradas como si estuviera cambiando un bombillo.

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