13~ Año Viejo

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KAILI

No volveré a beber en mi vida. No después de haber confesado lo que tanto me había guardado. Sí, yo había visto a Seamus esconderse de mí en el aeropuerto, justo cuando estaba a punto de irme. No, no lo pensaba mucho porque, a fin de cuentas, si Seamus tomó la decisión de evitarme justo después de ir hasta el aeropuerto para hablar conmigo, significaba que todo había terminado.

Desafortunadamente, recordé todo lo que había pasado en cuanto desperté, un poco menos sobria que antes, para ir al hotel donde nuestras familias estaban. El camino hacia el hotel se me hizo eterno y tenso. No sabía cómo reaccionar después de escucharlo decir que seguía teniendo sentimientos por mí. Y mucho menos cuando me enteré que Seamus había terminado la canción por mí. Se la envié al jefe y le pedí que otro compositor la editara.

Para mi sorpresa, Seamus tenía una buena mano componiendo. Me sorprendí al leer la partitura que había hecho con los acordes y el tempo perfectos.

Tampoco quise pensar mucho en el hecho de haber traído a Mangle a la conversación y aceptar que puede que su relación sea falsa. Él no lo negó, pero tampoco lo confirmó. Todo me daba vueltas en la cabeza. Sentí que me terminaría desmayando de tanto pensar en aquello.

Y se te olvidó mencionar que lo besaste después de que él lo hiciera...

Gracias, conciencia, por recordar lo único que no pensaba recordar.

Llegamos en silencio al hotel. Ambos salimos del auto con las bocas selladas. Antes de entrar en el hotel, Seamus me tomó del brazo y dijo que olvidemos todo lo que había pasado por esa noche, para no preocupar ni esperanzar a nuestros padres. Yo sólo asentí y entré a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja.

La Navidad con todos fue espléndida. Comimos, escuchamos música y abrimos los presentes. Tatiana y Phillip me regalaron un perfume —aparentemente— caro. Mis padres me compraron un adorno para mi apartamento. Eso fue todo. Me bastó y sobró para sacar pequeñas lágrimas y abrazarlos con todas mis fuerzas.

Yo entregué mis presentes a todos, menos a Seamus. No sé por qué me acobardé de dárselo. Quizás fue el hecho de no querer ilusionarme con la idea de tenerlo de vuelta. No, no podía estar pensando en eso. Si él y yo terminamos, fue por una razón. No hay que forzar las cosas.

Los días siguientes, ninguno se atrevió a hablarle al otro sobre Navidad. Todo quedó en el olvido. Tanto él como yo creímos que era lo mejor, o al menos por ahora. Sin embargo, logramos convivir los últimos días. Sin peleas, sin discusiones. Solo paz. Hasta el treinta y uno de diciembre.

—Año nuevo, compras nuevas —canturreó Tatiana, llegando al apartamento.

Dejé de lavar los platos y le eché un vistazo a Tatiana, quien solo tenía dos bolsas de compras, y a Seamus, quien sufría con más de diez bolsas de ropa y mercado.

—Yo estoy muy contento con mi roja vieja —refutó Seamus, con una mueca al lanzar sus compras al sofá.

—Tenías solo dos pantalones, cuatro camisetas y un suéter. Cariño, eres una celebridad. Vístete como tal.

Adam Sandler es una celebridad y aún así se viste como se viste.

Tatiana puso los ojos en blancos e hizo caso omiso a la conversación. Ella me miró esbozando una sonrisa.

—¡Feliz Año Viejo! Te compré un par de tacones que estaban en descuento —me dejó la bolsa con la caja de zapatos dentro de ella encima de la mesa de comedor—. Yo me compré unos iguales. Podemos usarlos para la celebración de hoy, si quieres.

—¿En el parque?

—Ajá.

—Donde estaremos sentados en el pasto...

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora