36- Su voz

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Tienes que ver a mamá argumentando con la enfermera cuando le pedí una gelatina de fresa y en cambio me trajo una de sandía.

—Le tengo piedad a la pobre enfermera.

Y no sólo eso. Un día ella se hartó, agarró la gelatina de sandía y le gritó que le diera una probada y confirmara por ella misma que la sandía y la fresa no tenían sabores iguales.

—Tienen el mismo color, al menos —dije, con una sonrisa.

Su risa se fue apagando poco a poco.

¿Cómo es vivir con los Arden? Recuerdo que ellos siempre iban a nuestra casa con lasaña.

—¿Tú los recuerdas?

¿Cómo no hacerlo? Ellos fueron como familia para mí.

Eché un vistazo a la sala, donde Seamus y Hudson hablaban tranquilamente mientras yo atendía esta llamada.

—De hecho, me han tratado bastante bien. También los estoy considerando familia —admití, siendo totalmente sincera.

¿Estoy hablando con Kaili? ¿La Kaili odio-a-todo-el-mundo-no-te-acerques?

—Sí, Eric. Aunque no lo demuestre todo el tiempo, sí me agradan ciertas personas.

—Y con ciertas personas te refieres a Seamus, ¿me equivoco?

Abrí los ojos en par, perpleja.

—¿Cómo...?

Tatiana llegó y dos segundos después nos contó que ustedes, cito textualmente, estaban "experimentando" juntos y conociendo mutuamente sus cuerpos.

Casi me ahogué con el agua que estaba tomando.

—¡Eso no ha pasado!

Aún.

Silencio, conciencia.

Claaaro, y cuando te escabulliste en su cuarto en bragas también fue su imaginación.

—Yo no...

Fruncí el ceño, horrorizada, hasta que lo recordé.

—Phillip... —murmuré, traicionada—. Es una larga historia, pero juro que eso no pasó...

Ey, no te estoy juzgando. Yo me escabullía al cuarto de mi primera novia a los quince. Soy el menos adecuado para reprocharte.

—Claudia, ¿cierto?

Así es. Casi lo olvido, pero mamá te llamará en cualquier momento y ella sí tendrá el poder de reprochar tus decisiones.

—¿Ella también lo sabe?

Se ha pasado cada día desde la llegada de Tatiana murmurando que te protegieras.

Rodeé los ojos, desconcertada.

Genial, simplemente genial.

—¿Y cómo estás tú? No se te escucha tan mal —admití, de hecho, había olvidado por un segundo que él estaba hospitalizado.

Estoy bien, me siento mucho mejor que otros días.

—Por favor, no le des más sustos a mamá. Si vas a manejar, hazlo con precaución —le pedí.

Él se rió al otro lado del teléfono.

No te preocupes, este será el último susto que les daré.

—Así dijiste después del incidente en el bar.

...

—Y del accidente en tu patineta. Y muchos otros. Hablo en serio, Eric. No más sustos, ya tuvieron suficiente.

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora