5~ Confusión

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KAILI

Seamus había vuelto a mi vida.

No, solo fue un encuentro de una vez.

No siento que haya sido un simple encuentro.

—Aún no puedo creer lo que pasó. Soy un desastre —le dije a Hudson.

—No lo eres, solo saliste corriendo de la premier de tu amiga, justo cuando ibas a cantar en su honor, y...

—Ya entendí, Hudson, ya entendí —pegué mi frente a la mesa, frustrada—. Soy la peor amiga.

—No fue tan malo. Una imitadora de Katy Perry se subió al escenario por ti y cantó Hot n Cold. Luego no sé qué pasó porque yo también fui a buscarte.

—¿También? ¿Como que también? —Me incorporé en mi asiento—. ¿Alguien más fue a buscarme?

Cerró sus ojos, como si no debió haberme dicho eso.

—¿Hudson? —insistí.

—¡Yo no te dije esto! Pero, puede que yo no haya ido a buscarte antes porque vi a Seamus correr tras de ti hasta que te subiste al taxi.

¿En serio tenía el valor de buscarme después de tal sorpresa? Si yo no lo quería ver.

Sacudí mi cabeza y me concentré en mi libro de finanzas.

—Necesito dejar de pensar en esto y concentrarme en la universidad —dije, pues hace ya tres días habían retomado las clases.

—Yo hoy voy a salir con unos amigos —dijo, lanzando su maleta al sofá—. Te invitaría, pero pareces estar castigada con ese libro de mil páginas.

—¿Amigos? Si tú no tienes amigos aquí, Hudson.

—Para tu información, soy un chico internacional. Todos me conocen.

Enarqué la ceja, suspicaz.

—Vas a salir con Seamus —supuse.

—Y con Ricky —añadió—. ¿Ves que tengo más amigos?

—¿Ricky? —abrí la boca, sorprendida—. ¿Richard está aquí?

—Eso... no me correspondía decírtelo tampoco.

Suspiré, desconcertada. Richard y yo llegamos a forjar una linda amistad mediante la redes, hasta que, un año atrás, perdimos contacto.

—No me lo contó —murmuré, dolida—. ¿Por qué no me dijo?

Él puso su mano en su barbilla y fingió estar pensando.

—Déjame pensarlo... mhm... ¡Ah! Ya sé. ¿No crees que sea porque su mejor amigo y tú terminaron de la peor forma posible?

—Yo no quise que termináramos así. Él fue quien me hizo creer que me quería para luego admitirme que, de la noche para la mañana, no sentía nada por mí —solté, un tanto molesta.

—Porque ibas a arruinarle su futuro, Kaili. ¿No ves que tú también lo causaste?

—¡Era una simple carta de admisión de universidad! ¡La hubiese rechazado y ya!

—Creo que fue más el hecho de que no confiaste en él lo que lo lastimó.

Bufé, cerrada.

—Parece que estás más de su lado que del mío —refuté.

—Estás comportándote como una niña —me dijo.

—¿Yo?

—Sí.

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