13- El camino de la verdad y el dolor

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"Mientras nuestras miradas se encontraron, los lamentos de sus progenitores aullaron con el delirio y esperanza de ver que lo nuestro se acabaría.

Cuando sus manos tomaron las mías, mi mente divagó y sonrió ante la patética, pero posible idea de un 'nosotros'.

Sus padres lo advirtieron: si se acercaba a mí, su herencia quedaría anulada. A él no le importó, dijo que todo lo que ellos lograron, lo podíamos lograr nosotros, sin ningunas restricciones. Seríamos libres"

Libres... qué controversial sonaba eso, dadas las circunstancias que estaba pasando. Cerré el libro que estaba leyendo y cubrí mis ojos con mi antebrazo, aburrida, impaciente, sintiendo que todo estaba sucediendo y yo no podía presenciarlo.

Con mi otra mano tomé mi celular, el cual reclamaba por las mil y un veces que lo he revisado, en busca de alguna notificación. Nada.

Debía escribirle a Aimeé y preguntarle si todo estaba bien, pero no quería preocuparla. Ella sabía lo que Hudson me había pedido y, aunque al principio no planeaba seguir sus instrucciones, mi madre fue clara con Tatiana: No podía ir a la escuela, algo un poco irónico ya que yo era la que luchaba por faltar a la escuela años atrás.

Entre los cosquilleos y las dudas en mi cabeza, decidí apagar el teléfono. Aunque la habitación era excepcional y se sentía como el mismísimo paraíso, no podía evitar sentirme encarcelada.

Las grandes paredes me encerraban y presionaban a mi corazón, que estaba preparado para estallar en cualquier momento.

Me coloqué mis cascos y encendí la música. La melodía inundaba mis oídos y despistaba mi inquietud y ansiedad de la realidad. Cerré los ojos y me sumergí en la historia que la canción tenía para contarme.

Rumour Hill de Anne-Marie y Will Heard se aproximó a entrar en mis venas y pintar mi piel con música electrónica y letras repetitivas que resultaban ser pegadizas.

"Las cosas malas se extienden por todos lados,
no, no, déjalo pasar,
solo recházalo.
No seas un bobo, no seas un payaso.
No me puedes decir,
no me vas a decir nada, de todas formas.
Las cosas malas se extienden por todos lados,
no, no, déjalo pasar,
simplemente no escuches (baja el volumen).
De todas formas, me dejo convencer.
No puedes decírmelo,
no me bajarás el volumen."

Por algún motivo, esa letra la sentí personal. Era como si estuviera escrita para este preciso momento. Su nombre se asomó en mis recuerdos. No, él no tenía el derecho de apoderarse de mis oídos.

«Déjame en paz» pensé, alejando esos pensamientos bruscos.

"A mí, a mí ni siquiera me importa lo que dicen.
A mí ni siquiera me importa lo que dicen.
A mí ni siquiera me importa lo que dicen,
dicen, dicen, dicen, sí"

Me lo dijeron bastante. Me advirtieron de él. Tantos comentarios acerca de él, y mis ojos tan borrosos fueron incapaces de contactar con la realidad.

Se lo llevó todo y yo debía acostumbrarme a lo que perdí por él, mientras que a él no pareció interesarle.

¿Por qué?

¿Por qué el destino no daba un vistazo de lo que sería tu vida antes de tomar una decisión? Viviremos toda la vida con eso sólo por haber buscado lo mejor. Así que, ¿Cómo tendríamos pista alguna de si lo que decidimos está bien o mal?

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora