—You think it's easy —canto por lo bajo, en cuanto logro colocarme mis auriculares inalámbricos. A veces era muy complicado conectar estos complejos auriculares con mi pobre samsung.
Dejo que la melodía invada mi cuerpo. Una invisible corriente juntó mis oídos y extremidades, al ritmo de la música, mientras mis ojos se cerraban al sentir aquella música querer guiarme hacia otro universo.
—You think I don't wanna run to you —dejé que la energía cruzara y manejara mis pies, que comenzaron a trazar un imperfecto círculo en el suelo con la punta.
Siempre había soñado, no, anhelado cantarla en público, junto con un chico que me haga sentir la más afortunada. Lástima que eso no pasa en la vida real.
Mi mayor sueño frustrado.
Toda esta magia que abarcaba en mi cuarto desaparece el momento en que me golpeo con el soporte madera de mi cama. En la rodilla. Eso fue un dolor seguro.
—¡Auch! —expresé, sosteniendo mi rodilla mientras caía a la alfombra que decoraba el suelo. Miré mi rodilla y para mi conocimiento, el moretón que ya tenía se intensificó aún más con otro golpe.
Golpearme justamente en la rodilla derecha no era sorpresa para mí. Todos los días me lastimaba con el mismo lateral de la cama haciendo un intento de baile improvisado.
Mi vida puede que no sea perfecta, ni esté resuelta para un futuro, pero para mí era maravillosa. Corrijo, mi imaginación era maravillosa, porque la realidad apestaba. Mi mente era mi más grande refugio, con ella podía vivir en cualquier mundo, podía ser lo que quisiera —sí, como Barbie— y podía imaginar que las personas no eran malas ni doble caras. Contándome.
Me levanté del suelo luego de un pequeño quejido proveniente de mi garganta. Me acerqué a mi objeto favorito de mi habitación: mi teclado. Mis padres no tienen los mejores trabajos, ni son millonarios, pero ellos siempre han hecho un esfuerzo por verme feliz. Me compraron este teclado —o piano eléctrico— a los cuatro años, al ver que en jardín de niños, lo único que quería hacer era jugar con los instrumentos musicales. Desde ese momento, mi pasión por la música fue incrementado hasta la actualidad, en donde soy una chica de dieciocho años que esperaba poder hacer música hasta que mi corazón dejara de crear pulsaciones que le daban sentido a mi vida.
Acaricié las delicadas y finas teclas blancas como si no lo hacía cada vez que me sentaba a tocar.
Me senté en el taburete y admiré mi teclado de 7 octavas. Desearía que fueran más octavas o que fuera un hermoso y gigantesco piano de cola, aunque ya estaba agradecida con lo que tenía.
Cerré mis ojos, acerqué la yema de mis dedos a las teclas, y dejé que el agradable cosquilleo que sentía en ellos se atenuara para poder tocar las primeras notas. Moonlight Sonata, era una de las composiciones más hermosas que a mi parecer tenía Beethoven.
Sonrío en cuanto tengo que tocar la nota Sol sostenido con mi mano derecha y Do, Sol sostenido y Do con la izquierda. Recuerdo cuánto me costaba mantener una melodía con la mano izquierda diferente a la melodía en mi mano derecha. Era un total desafío iniciar con los arpegios, pero poco a poco fui avanzando y fui logrando mi objetivo.
Los diferentes sonidos de cada acorde y cada nota se apegaban a mi cuerpo, entregándome un poco de calma. Apenas pude tocar la mitad de la canción. Mi inspiración fue interrumpida por el desagradable sonido de mi teléfono. Resoplé y abrí los ojos para sacar mi celular de mis pantaloncillos de pijama.
—¿Sabes? Acabas de interrumpirme mientras tocaba La Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor —me quejé abiertamente en cuanto atendí la llamada.
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WishGuy
Storie d'amoreLa música lo era todo para mí. La melodía que inundaba mis oídos al estar con él era inefable. Debía alejarme de él, lo sabía, pero la mezcla de sonidos que él creaba me prohibían estar lejos de su música. "Su música" Sabía que no todo en la vida...