31- Primera Audición

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—¿Listas? Son bailarinas, no payasas.

La mujer, cuyo nombre desconocía, dejó el rubor a un lado cuando Clayton, el ayudante de la Señorita Tabitha, la apresuró.

No me sentía preparada. Era la primera de las tres instancias de esta audición para el papel: Baile.

Cuando se trataba de bailar, mi cuerpo entraba en descoordinación. Era como tener dos pies izquierdos.

Pasaron dos días desde mi pequeña-gran discusión con Seamus. Afortunadamente la profesora de Debate estuvo ausente estos días, así que el proyecto se postergó.

Mientras, yo intentaba enfocarme en esta audición. Era muy importante para mí, un sueño hecho realidad. Yatnna, la chica que me ayudaba a ensayar, me preparó para este día.

Pero no me sentía lista. Un vacío de formó en mi pecho. El terror carcomía mi cabeza, pero debía calmarme.

—He terminado contigo —me informó la maquillista.

Me levanté y me quedé justo delante del gran espejo. Unas mallas negras se ajustaban a mis pequeñas piernitas; una camiseta negra también ajustada a mi torso, y una sudadera amarilla mostaza cubriendo gran parte de mis pechos, y dejando al descubierto mi abdomen.

A cada segundo que me miraba, más imperfecciones eran detalladas. Pequeñas lonjas en mis caderas, piernas sin figura, pocas nalgas, busto pequeño, brazos delgados...

Y podría jurar que mi cuerpo cambiaba de figura a cada minuto que pasaba.

Me fijé en mi cabello y maquillaje; una coleta alta cortaba mi circulación. El maquillaje era simple, pero estaba allí; colorete, un delineado muy pequeño, labial rosado y una pequeña sombra de ojos con una gama de colores nudes.

—¿Kaili? —esta vez, la señorita Tabitha vino por mí—. Los cazatalentos llegaron.

Asentí con la cabeza y evité pensar en ellos, aunque era imposible; sentía una presión en mi pecho y un vacío dentro de él, donde una brisa de miedo se colaba entre mis huesos.

—Mangle —llamó—. Vas primero.

La rubia se giró y pude detallar su cuerpo esbelto de bailarina de ballet. Carajo, ella era perfecta de pies a cabeza. ¿Cómo podía ser yo la protagonista? ¿Cómo, siquiera, se me ocurría competir contra ella? Era como si ella peleara con una hacha y yo con un pedazo de papel.

—Voy enseguida —aseguró con una sonrisa.

La profesora salió de los vestidores, así como todas las maquillistas. No quería quedarme sola con ella.

Caminé hacia la salida, pasando por todas las plumas y ropa elaborada colgada en los ganchos, a un lado.

—Oye, niña —me llamó Mangle.

Mierda, ¿Por qué?

Me giré con mi mejor sonrisa forzada.

—¿Sí?

—¿Es tu primer callback?

—Mi primer... ¿Qué?

—Oh, lo siento, vivir un año y medio en Inglaterra me desconfiguró un poco el sistema —se rió de forma chillona—. ¿Es tu primera segunda prueba?

—Mhm... sí.

—¿Nerviosa?

Fruncí el ceño. ¿Por qué tanta amabilidad?

—Lo suficiente como para querer vomitar —admití en voz baja.

Ella se rió, risueña.

—Siempre sucede en las primeras audiciones. Ya luego te acostumbras.

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