48- No me Sueltes Parte 2

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Tengo el corazón en un puño. Me acerqué al cementerio. Me he quedado seca de tantas lágrimas que dejé en el camino.

Ni siquiera he dormido bien en el avión. En cuanto supe de la noticia, Tatiana canceló la celebración de Navidad y se tomó el tiempo de sentarse y contarme la verdad. Nada de regalos, nada de compartir juntos. Mi hermano estaba muerto; lo llevaba desde que ella había viajado a Canadá con mis padres. Murió justo cuando Tatiana cuidaba de él una noche, pues había convencido a mis padres de que lo mejor para ellos era dormir en un hotel, cómodos; claro, ellos no imaginaban que, el día en que tuvieran un respiro fuera de esas cuatro paredes blancas, también sería la última vez en que su hijo y mi hermano respirara.

No me lo habían dicho hasta ahora; Eric había desarrollado un tumor cerebral, estando en el auto, le dio una convulsión que provocó dicha "conmoción cerebral". Ellos se habían ahorrado contarme que su estado de salud era aún más grave que un simple golpe en la cabeza. Sobrevivió al accidente, pero el tumor cerebral ya estaba muy desarrollado y a los doctores les fue imposible extirparlo por completo, pues estaba muy cerca de una parte delicada del cerebro que no se tomaron la importancia de explicarme.

Y lo que más me dolió fue que me contaran que, antes de entrar en coma debido a la hernia causada por el tumor, Eric le había pedido a Tatiana que me llevara por una hamburguesa donde él siempre me invitaba, con extra queso y sin cebolla, justo como me gustaba. A pesar de haber estado perdiendo la memoria poco a poco, seguía recordándose de esos detalles.

Uno de los regalos de Tatiana de Navidad era un boleto de avión hacia Canadá, donde mis padres me darían la noticia. Todo estaba planeado para poder solventar el dolor.

Eran las siete de la mañana. Tatiana logró cambiar la fecha del vuelo para el 25 de diciembre, que salió en la madrugada y ni siquiera me dio un poco de tiempo para cambiarme. Seguía con el vestido que me había puesto un día antes, solo que el maquillaje había desaparecido con el llanto.

Todo mi cuerpo estaba paralizado en cuanto encontré la lápida de mi hermano. Me sorbí la nariz y miré mis manos temblar. No podía ni siquiera echarle un reojo al nombre sobre aquella piedra plana que tanto dolor me causaría. Mi inconsolante corazón no paraba de lastimarme. Me atreví a alzar la mirada, al borde del colapso.

En memoria de
ERIC RAE
Mar 10. 2001
Sep 12. 2024
"Gracias por haber sido el mejor hermano, amigo e hijo que pudo existir"

Mis rodillas dejaron de apoyarme; caí al suelo en un golpe seco. Apoyé mis manos sobre la fría lápida y comencé a sollozar. La nostalgia mortificó mi alma y erizó mi piel.

Lloraba sin llanto y gritaba sin voz. Me sentía tan decaída que nada más que su presencia podía alegrarme.

Tenía tanto para contarle...

—¿Podrías darnos un momento? —le pedí después de respirar hondo.

Ni siquiera tuve que mirar a Seamus para saber que había asentido con la cabeza.

—Claro —dijo.

Sí, Seamus había comprado un boleto de avión para acompañarme y por mucho que quisiera explicarles más sobre mi relación con él, mi corazón no se sentía bien si dejaba de pensar en Eric por un solo minuto para analizar qué había pasado con el castaño.

—Creí que la próxima vez en verte sería en un camión de hamburguesas, no así —sollocé, acariciando la lápida—. ¡Dios! La última vez que hablé contigo te escuchabas tan bien... ¿Por qué te fuiste?

Una lágrima cae sobre su lápida. A tientas sentí su nombre.

—Perdóname por no haber estado para ti. Debí conseguir dinero y venir. No creí que sería así de grave. Mierda, no, el no haber estado para ti no tiene perdón.

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora