25- El Video

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SEAMUS

Me senté en el banco, esperando que todos terminaran de ducharse y así desocuparan un puesto para yo hacerlo.

La práctica de hoy estuvo agitada, especialmente por el incesante golpe en mis costillas, del que nadie sabía su existencia. No tenía por qué decirlo, era mi asunto, mi problema.

Pero... ¡Mierda! Era como si algo quemara en mi interior y lo presionara para formar más dolor.

Tantas veces que me había involucrado en una pelea y esta pequeña golpiza me hizo tanto daño... ya no estaba acostumbrado.

Cerré los ojos, abrí mi botella y vertí el agua fría en mi cabello, hasta que cayó por todo mi rostro y lo refrescó con los restos de hielo que se habían evaporizado; las gotas de agua cayendo y mojando cada mechón de mi cabello.

Apoyé los codos sobre mis muslos, agotado. Mi primer partido sería dentro de dos semanas; tenía que estar a la talla.

—¡Arden! —la voz del entrenador me llamó. Alcé la cabeza—. Ven aquí.

Respiré hondo, recomponiendo mi postura, y me levanté.

—Hoy te noté distraído. ¿Todo bien? —se notó verdaderamente preocupado en cuanto su postura rígida e "intimidante" desapareció.

¿Cómo no estarlo? Sentía la Tercera Guerra Mundial comenzando su batalla en mi abdomen.

—No fue mi mejor día —me limité a decir.

—Aquí no puedes tener días malos. Imagina no tener un buen día con los cazatalentos viéndote —opinó.

—Lo sé, lo sé.

—Tienes talento y yo estoy apostando a ti con ellos. No me defraudes.

—No lo haré.

—Bien —me dio una palmeada en el hombro—. Y dúchate. Apestas como puerco.

Dejé mi casco en mi casillero y lo cerré con pereza. Alguien me nalgueó de forma inesperada. Me giré y miré a Liam abrir su casillero a mi lado.

—Hola, Liam.

—Seamus, ¿Qué onda? —Liam, quien había salido de bañarse con el torso desnudo y una toalla cubriéndolo desde las caderas hacia abajo—. ¿Cómo está el mayor rompecorazones del lugar?

Hice caso omiso a lo dicho. Busqué una toalla para ir a las duchas.

—Admito que... al principio, no sabía que eras tú, pero cuando te detallé, pude notarlo —soltó una carcajada—. Un genio.

—Liam, no entiendo nada de lo que sale de tu boca —admití.

—¿Es que no lo sabes? —yo negué con la cabeza—. ¿Acaso no has visto el video? —se rió por lo bajo—. Lo que le hiciste a esa chica... Creo que Jason te mataría si te hubiese vis...

¿Chica?

Abrí los ojos en par y arrugué mis cejas.  Toda mi piel hirvió.

—¿Cuál video? —pregunté, alzando la voz.

—Así que no lo sabes —supo que había cometido un error—. Creo que no soy el indicado para decirlo.

Mis venas comenzaron a quemar mi interior.

—¡¿Cuál video?! —espeté, acercándome a él.

Él levantó la manos en señal de rendición.

—Ey... —soltó una risa nerviosa—. ¿Por qué primero no nos calmamos, te duchas, porque hueles peor que un basur...?

Cerré la puerta de su locker en un golpe brusco, que lo hizo sobresaltar de un respingo.

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora