7~ Mi Acorazonada

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KAILI

Había despertado del sueño más loco de mi vida. Soñé que Gary había metido a un desconocido a vivir conmigo, luego, descubrí que ese desconocido no era nada más ni nada menos que Seamus. Suspiré, aliviada. Todo fue un terrible sueño.

Me levanté con pereza a buscar un vaso de agua antes de comenzar a arreglarme para la universidad.

Caminaba con los ojos cerrados hacia la cocina, confiando en mi memoria muscular. Ya con el vaso en mano, abrí los ojos y me di vuelta de forma perezosa.

Ahogué un grito al ver la silueta de alguien en la columna de la cocina. Antes de lograr reconocerlo, mi cuerpo actuó inconscientemente y le arrojó todo el líquido vertido en el vaso en su rostro.

—¡¿Qué...?! —exclamó el chico.

Yo corrí hacia el interruptor de luz y lo encendí. Vi a Seamus limpiarse el agua de sus ojos, confundido.

—Creí que había sido un sueño... —mascullé, desilusionada.

—Buenos días para ti también —bromeó, echándose su cabello hacia atrás con la mano.

Me giré, ignorándolo, busqué un paño y se lo lancé a la cara. Seamus logró atajarlo en el aire, entendiendo su trabajo.

Se secó el rostro con una sonrisa hilarante. Por la vaga luz solo pude identificar su semblante divertido.

—¿Sabías que he mejorado mis dotes culinarios estos años? —intentó sacar conversación—. Podría hacer un desayuno, si quieres.

¿Me estaba bromeando? Lo miré con cara de póker.

—Regla número uno: no me hables en la mañana, a menos que quieras una patada en tus genitales.

Él levantó las manos en señal de rendición.

—Entonces, te molestaré por las tardes.

—Corrijo, no quiero que me hables. Mientras menos contacto, mejor.

—Usted manda, señorita Rae.

Pasé por su lado y le saqué el dedo corazón. No estaba de humor como para soportar su presencia inoportuna.

Me arreglé en tiempo récord. Normalmente me tardaba treinta minutos después de ducharme. Duré nada más diez minutos. Me quedé en la cama, revisando mi móvil, esperando a que el tiempo pasara.

Todo iba de maravilla hasta que mi estómago rugió de hambre. Hice una mueca, molesta con mi propio cuerpo por no ayudarme a evadirlo.

Un olor proveniente de la cocina me tentó. Después de pensármelo tanto, salí de mi habitación y me dirigí hacia allá, donde había un solo plato con dos tocinetas, huevos revueltos, pan tostado y jugo de naranja en la mesa. Al lado, había un papel doblado con mi nombre. Lo abrí y con fuerzas lo leí:

"Prueba y dime si he mejorado mis dotes culinarios ;)"

Jadeé, incrédula. No podía esperar a que esto sucediera otra vez. No pensaba dejarlo entrar tan fácilmente esta vez.

Caminé hacia su puerta y la aporreé; mis pies repiqueteando sobre el suelo y mis manos empuñadas.

—¡Pasa! —gritó a través del otro lado.

Inspeccione rápidamente su atuendo en cuanto entre a la habitación. Traía una jersey negra con líneas blancas deportiva —supongo que de su equipo de Hockey—, y una holgada bermuda deportiva del mismo color. Lo había visto dos o tres veces con su uniforme. Detestaba que se viera bien en él.

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora