—¿Cómo pasó esto? —preguntó el director cuando los tres entramos a su despacho.
El rubio, el cual luego supe que se llamaba Hans, llegó con dos moretones en su rostro y una de las comisuras del labio ligeramente rota.
Richard, el que estaba en peor estado porque decidió luchar contra una persona más corpulenta que él, llegó con un ojo morado e hinchado, el labio ligeramente roto, y con un pequeño golpe en las costillas que lo incomodaron al caminar hacia acá.
Y luego estaba yo entre estos dos animales salvajes. No tenía ni heridas, ni moretones, sólo el dolor emocional que Hans había creado y el cual yo había rememorado.
—Fue mi culpa —dijo Richard, cabizbaja.
—Sí, fue su culpa —asintió Hans, limpiándose las manos.
—Está escuela no tolera las peleas —recordó el director, imponente. Me miró y la pregunta estaba pasmada en sus ojos—. ¿En qué te involucra esta pelea?
No sabía qué decir. Si delataba a Hans, me ganaría a un nuevo enemigo y todos corroborarían que yo era una mala persona. Si confirmaba que Richard tenía toda la culpa, sería la verdadera mala persona.
Así que, con toda la vergüenza en mis palabras, decidí la mejor opción para todos.
—Se pelearon por mí —dije—. Los engañé y les hice creer que saldría con ambos. Hoy se enteraron y... bueno, no fue la mejor reacción.
El director suspiró como si no tuviera tiempo para problemas de adolescentes infieles y hormonales.
—Señores, jamás se debe pelear por otra persona; hay que seguir adelante. Los dejaré ir, pero con una advertencia.
Todos tomamos la advertencia y nos alejamos de la oficina.
Cuando caminábamos por los pasillos, tuve la más mínima esperanza de que todo cambiaría ya que había salvado sus traseros.
No fue así.
—Ya desearías tú salir conmigo —mencionó Hans, arrogante.
Hice caso omiso a su comentario.
No sabía a dónde ir. ¿Cómo podría irme de esta escuela sin Seamus? Debía llamarlo.
—¿Te quedarás aquí durante la tormenta? —preguntó Richard.
—Espero que no.
—Tengo auto, yo me iré de aquí. ¿Quieres que te lleve a casa?
Si bien la oferta sonaba tentadora, algo dentro de mí no me dejaba irme sin él. Seamus. A pesar de lo que había sucedido entre ambos, no me veía capaz de dejarlo sin que supiera que yo estaba bien, aunque a él no le importase en lo absoluto.
—Esperaré por Seamus, si es que aún no se ha largado de aquí.
—Créeme, lo último que él haría sería dejarte aquí.
—¿Cómo estás tan seguro? —repliqué—. Quizás no debería esperarlo, seguro ni siquiera le interesa saber de mí —me atreví a decir.
Richard comenzó a reírse con disimulo.
—¿Qué es tan gracioso? —le dije.
Él no pudo resistirse más.
—Él no es el único flechado entre ustedes.
Comprendí el significado de sus palabras, pero jamás me imaginé que las diría.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, ilusionado, lleno de esperanza.

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WishGuy
RomanceLa música lo era todo para mí. La melodía que inundaba mis oídos al estar con él era inefable. Debía alejarme de él, lo sabía, pero la mezcla de sonidos que él creaba me prohibían estar lejos de su música. "Su música" Sabía que no todo en la vida...