14- Mi mayor miedo

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Mi vista se nubló. En la escuela estaba mi cuerpo, pero mi mente fue prisionera de los perturbadores recuerdos que enterraban un cuchillo a mi granítico corazón.

Volvió. Jason había vuelto.

Allí estaba, de pie, frente la figura de aquel demonio convertido en humano. Aquella desdicha que se repetía una y otra vez, rememorándolo todo.

Mi estabilidad se derrumbó. Mi mente se apagó y mi cuerpo comenzó a reaccionar. Una filosa daga trazaba un camino hacia mi pecho que, con su punta metálica y brillosa, y el reflejo de mis lágrimas en el plateado del instrumento, marcaron una gran cicatriz hasta llegar al punto que más me dolía.

Lo perdí todo.

Me sentía aturdida y fuera de la realidad. El ataque de pánico se aproximaba a dar frutos.

Jason no me había visto aún, pero cuando lo hiciera, todo a mi alrededor se iría. Seríamos él y yo nuevamente. No podía suceder eso. No quería estar cerca de él.

Sus ojos buscaban entre las personas a un objetivo que supuse era yo. Con el corazón en la garganta y el pecho contraído, me giré en busca de soporte.

Aimeé no estaba, Hudson tampoco. Me quedaría sola enfrentando a mi más grande temor.

«No. Por favor»

Tantas personas abrumaban mi cabeza, tantas risas y gritos, y cumplidos y palabras lujuriosas. Todos estaban de acuerdo con su regreso.

Mientras las mujeres elogiaban a espíritu tan infame, yo me concentraba en buscar a alguien que me apoyara.

Me dolía la cabeza, mis pulmones dejaban de respirar y mis huesos comenzaron a romperse. Entre tanto público lo encontré; mi mirada con el cruce de la suya me salvó.

Las risas quebraban entre sus amigos; los amigos de la persona que de tanto decidí confiar. Su risa contagiosa resonaba, mientras que los forcejeos y los manotazos con sus amigos daban lugar al aire tan cómodo y confidente que se formaba en ese pequeño grupo.

Me giré hacia Jason, quien por desgracia sintió mi mirada y la enganchó a sus engatusadas. Me había encontrado.

Un fuego interior emanó de mi sangre, de mi piel, de todo lo que había perdido por él, de todo lo que él me había arrebatado.

El sudor corría por mi rostro.

Jason me dedicó una sonrisa pícara, antes de repasarme con la mirada. Un escalofrío corrió por mi espina dorsal. Luego, comenzó a sonreírle a las personas y alejarlas una por una. Estaba viniendo hacia mí.

No lo pensé dos veces, giré sobre mi eje y caminé a zancadas lejos de él. Sin mirar hacia atrás, y con las palpitaciones de mi corazón tan sonoras que mis oídos podían presenciarlas, me dirigí hacia un punto en específico.

Contuve las ganas de llorar hasta llegar al objetivo. Una lucha entre el fuego y el hielo se avecinaba en mi cuerpo. Frío por el miedo y fuego por la ira. Un desequilibrio se formó en mis sentidos, comencé a sentirme mareada.

Bajé la velocidad cuando comencé a tambalearme y perder la conciencia. Intenté respirar profundo, pero mis pulmones se bloquearon.

Caminé a paso lento hacia él. Su sonrisa me impulsaba a continuar.

Cada pulsación retumbaba sobre mis pisadas que, aunque tan inestables eran, tan peligrosas y atemorizadas estaban.

Me gané su mirada. Todo cambió desde allí. La estupefacción en su semblante era concebible, dado que él creía que seguía en su casa. No quise pensar en eso ahora. Sus brazos esperaron por mí.

WishGuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora