Advertencia: Contenido sensible.
KAILI
¿Saben el momento en nuestras vidas donde hacemos algo ilegal por una buena causa?
Bueno... este era uno de esos momentos.
—¡ADELANTASTE A ESE PUTO AUTO!
—¡NO ME GRITES! —grité, mirándolo con rabia.
—Si no quieres que te grite... ¡MIRA LA PUTA VÍA, KAILI! ¡Argh! —exclamó y se retorció de dolor.
Me giré justo a tiempo y moví el volante hacia la derecha para cambiar de carril, cuando un auto estaba delante de mí, desacelerando.
—¡VAS A 110 KILÓMETROS POR HORA! ¡¿QUIERES MORIR?! —siguió gritando como un demente.
—¡SI ME DESCONCENTRAS, JURO QUE VOY A CHOCAR! —le advertí.
Y así pasamos todo este trayecto; los conductores interrumpiendo mi concentración con sus molestas bocinas; algunos bajando sus ventanales y gritándome, probablemente, halagos por mi gran esfuerzo, y algunos sacándome el dedo corazón, quizás confundidos porque en realidad querían darme un pulgar arriba de aprobación y apoyo.
En fin, todos hipócritas.
Técnicamente no estábamos haciendo algo, del todo, ilegal. Tenía un permiso de aprendiz, y para conducir legalmente, debía estar una persona con licencia de conducir a mi lado, y él tiene licencia, ¿No?
¿El único problema? Él no tenía 21 años, pero si nos detiene un oficial, buscaré un marcador y le pintaré barba. Así parecerá un hombre de veintiuno.
¿El problema más grande? Solo he estado en el volante unas dos o tres veces en toda mi vida y no han sido mis mejores experiencias para contar.
—¿Podrías buscar un chicle en mi bolso? —le pregunté, de pronto.
—No es momento de un chicle, es momento de sobrevivir.
—Vamos, Seamus. Por si no recuerdas, vomité en la escuela. Mi boca apesta.
Él gruñó, pero sí me buscó el chicle.
—Graci... ¡Mira por donde conduces! —le exclamé a un tipo que se me adelantó.
—¡Moriremos! ¡No pensaba morir en mi auto por culpa de alguien que no fuera yo mismo! —exclamó, enterrando su cuerpo lo más que podía en el asiento.
—No soy tan mala conductora —defendí.
Él miró hacia su ventanal.
—Estás pisando la acera —dijo como si nada pasara.
—Pero, ¡¿Eres idiota?! —moví violentamente el volante para centrarme en mi carril—. ¡¿Desde hace cuánto estoy pisando la acera?!
—Desde que cambiaste de carril.
—¡Eso fue hace diez minutos! ¡¿Por qué luces tan tranquilo al decírmelo?!
—Porque ya acepté mi destino —contestó, quitándose el cinturón.
—¡Ponte el cinturón!
—Si moriré, lo haré como un hombre.
—¡Que te pongas el maldito cinturón!
—Whoa, cuida esa boca.
Sin mirarlo, le saqué el dedo corazón; él se puso otra vez el cinturón.
Fruncí el ceño cuando miré de reojo que el acariciaba su auto con nostalgia.
—¿Qué haces?
—Despidiéndome del amor de mi vida —contestó en voz baja—. Pasamos tantos buenos momentos juntos...

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WishGuy
RomanceLa música lo era todo para mí. La melodía que inundaba mis oídos al estar con él era inefable. Debía alejarme de él, lo sabía, pero la mezcla de sonidos que él creaba me prohibían estar lejos de su música. "Su música" Sabía que no todo en la vida...