—¿Entonces? —pregunté.
—¡Ábrela! —apoyó Aimeé.
—¡No! —refutó Hudson.
—¡Sí!
—Es invasión de privacidad —protestó Hudson.
—¡Ella merece saber!
—Pero no de ese modo.
—Yo no sé qué hacer... —dije.
—¡Ábrelo!
—¡No lo abras!
—¡Aún no lo sé! —me exalté.
La pelirroja me miró, frenética, y luego estiró su mano hacia mí.
—Dame, que yo lo leeré por los tres.
—¡No! —dijimos Hudson y yo al mismo tiempo.
Ella puso los ojos en blanco y se tiró en mi cama.
—Ambos se mueren por saber qué hay allí adentro —asumió.
—Eso es mentira —contestó el pelinegro.
—Es verdad —corregí.
—Ahí está —señaló la pelirroja—. No tienes nada qué perder.
—Su confianza —remarcó Hudson.
—¿Para qué estamos aquí entonces, si no abriremos esa carta? —inquirió Aimeé, impaciente.
—Nadie te invitó a ti, Aimeé. Tú llegaste de la nada —le recordó, un poco rudo.
—¡Claro! Tenía que hablarles de mi fiesta de cumpleaños.
—Aquí vamos otra vez... —se quejó el pelinegro, apoyando su cabeza en el respaldar de la pared.
Dejé que ellos discutieran mientras iba al baño. Cuando regresé a la habitación, la situación era otra.
Hudson y Aimeé hablaban como personas civilizadas, para mi sorpresa. Me pellizqué, confirmando que esto no era un sueño.
—¿Qué planean? —interrogué, asustada.
Ambos compartieron una mirada cómplice. Cada vez, el terror se hacía real.
—Queremos hacer una fiesta abierta —informó Aimeé.
—¿Te refieres a sin invitación?
—Exacto.
—¿Por qué? Conoces a más de la mitad de la escuela. Será un desastre.
—Y así como conozco a la mitad de la escuela, conozco a Seamus —sonrió maliciosa.
Cambié mi mirada a una amenazadora, entendiendo lo que ella quería hacer.
—No te atrevas... —advertí.
—No puedo invitarlo a mi fiesta si es privada. No lo conozco lo suficiente, sería muy evidente.
—Pero si logramos hacerle llegar la existencia de esa fiesta a sus oídos, lograremos que asista —terminó de explicar Hudson.
Negué con la cabeza.
—¿Para qué quieren que vaya?
—Kai, somos tus mejores amigos. Nuestra tarea es protegerte de cualquier imbécil que quiera estar con nuestra princesa —bromeó Hudson, sonriente—. No sabemos sus intenciones, pero las sabremos en cuanto asista a su fiesta.
El único desperfecto en su plan era que no les había contado de la amenaza de Jason, ni tenía planeado hacerlo.
No podía decirles. Irían tras Jason y sería peor para mí. Él jamás me dejaría en paz si se enterara que le había contado a estos dos.
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WishGuy
RomanceLa música lo era todo para mí. La melodía que inundaba mis oídos al estar con él era inefable. Debía alejarme de él, lo sabía, pero la mezcla de sonidos que él creaba me prohibían estar lejos de su música. "Su música" Sabía que no todo en la vida...