SEAMUS
Nueve de la noche.
La tormenta seguía golpeando el techo.
Los ebrios en la esquina derecha, habían caído en sueño hace media hora; Gabriella y Joseph buscaron un lugar remoto, probablemente para besarse; mis amigos estaban a nada de clavarse un lápiz en el ojo, y Kaili estaba allí, paciente, leyendo, sonriendo como si no le importara que la vieran reaccionar de esa forma por un libro. Una sonrisa se formó en mis labios.
Debía soportarlo, estar lejos de ella. ¿Cómo lo haría? Debía darle su espacio.
Me había importado un carajo la amenaza de Jason; si él llegaba a tocarle un solo cabello a Kaili, no vería el sol salir un día más.
Gil interrumpió mis pensamientos, entregándome un pedazo de papel.
Fruncí el ceño y lo acepté con duda. Me fijé en ambos lados y estaba vacío.
—Es para que limpies tu baba —dijo, divertido.
Chasqueé la lengua y le arrojé el pedazo de papel.
—Se supone que debiste darme una servilleta o un pañuelo —dije.
—¿Tú crees que yo soy una farmacia? Si quieres, pídeme también un analgésico —replicó con sarcasmo.
Rodeé los ojos.
—Hombre, acércate a ella. Está sola, leyendo y aburrida —contó con los dedos de forma dramática.
—No voy a presionarla.
—¡Está agonizando allí sola! —exclamó tan alto, que por un momento todos nos miraron—. Lo siento.
Antes de poder responder, algunos profesores regresaron del almacén que quedaba al lado, con colchonetas del gimnasio en sus brazos.
—¿Podrían ayudarnos? —preguntó específicamente el entrenador de educación física.
Algunos hombres se levantaron de forma perezosa. Tomaron las colchonetas y las repartieron justo como los profesores les pedían. Cada una estaba instalada una al lado de la otra con algunos metros de distancia.
—Fue lo mejor que pudimos conseguir —dijo la profesora de Teatro.
—¡Muy bien! —el entrenador gritó y dio un fuerte aplauso que dejó un estruendo en todo el lugar—. ¡Escojan una colchoneta! ¡Si veo alguna pareja realizando actos indebidos, los mataré más rápido de lo que esa tormenta lo hará! —espetó.
Esa amenaza asustó a algunos y le importó a pocos.
Todos se levantaron y buscaron un lugar para acostarse. Mi mente divagaba en todas la opciones que tenía.
Número 1: Podría buscar una colchoneta cerca de ella, pero correría el riesgo de que me viera como un acosador.
Número 2: Ignorar la tentación e irme con mis amigos, sin saber si había perdido una oportunidad o no.
No seguí evaluando mis opciones cuando vi la escena que se estaba formando. Las risas de los amigos de Jason, que lo incitaban a hacer algo mientras señalaban a una sola dirección; las miradas conflictivas, que también se dirigían otra vez hacia la misma dirección, y cómo Jason la miraba con picardía y maldad... Oh, no.
La miré entonces; escogió el lugar más cercano, donde una chica a su lado ya se había instalado. Del otro lado había un puesto vacío; puesto que Jason estaba cazando con la mirada.
Noté que Kaili sabía los planes de Jason. Ella lo miraba de reojo y, al notar su cercanía, comenzó a juguetear con sus dedos. Se sentó en la colchoneta e intentó evitar la presencia de Jason.
ESTÁS LEYENDO
WishGuy
RomanceLa música lo era todo para mí. La melodía que inundaba mis oídos al estar con él era inefable. Debía alejarme de él, lo sabía, pero la mezcla de sonidos que él creaba me prohibían estar lejos de su música. "Su música" Sabía que no todo en la vida...